viernes, agosto 30, 2013

Santos López entrevista a Carlos Zerpa

(Foto: Abel Naim)

Santos López entrevista a Carlos Zerpa

“Soy, en esencia, un rebelde”

La historia personal de Carlos Zerpa tiene un sello: romper paradigmas, irrumpir con otra mirada sobre lo cotidiano y muchas veces deslastrar lo banal. Pareciera que su poética de las formas tiene un registro extraordinario que le permite ver siempre con otros ojos aquello que para los nuestros está agotado, y recrearlo para mostrárnoslo con otra originalidad. Lo hace de una manera invencible.

Memorable es el ala de cuchillos que tituló “Sólo espero un fuerte viento”, creada a partir de una visión de un gavilán caricari; entonces se inspiró a la concepción de esta pieza que le dio muchos problemas, ya que ensamblar 186 cuchillos de 7 pulgadas era algo inédito. Zerpa acota que Alexis Mujica lo ayudó a la elaboración de esta obra. Memorables también son sus íconos José Gregorio Hernández, las calaveras con balas, María Lionza, sus máscaras, Guacaipuro, héroes de las artes marciales y cantantes de rock… y más recientemente sus “Espinas de Acero” que mostró en Caracas en la Galería D’Museo, introduciendo un gigantesco conejo que simpatizaba con grandes y chicos, y “Balas de Plata”, en Valencia, y en el Museo Narváez de Margarita.

Carlos Zerpa --Yo soy, en esencia, un rebelde. Mis amigos del extranjero no pueden entender que yo no sea chavista. Ser rebelde está ligado a la revolución. Ser rebelde es atreverse a proponer cambios y atreverse a hacer cosas que se escapan de la vía tradicional, a lo cómodo y establecido. Si te lanzas a nadar en un río, eres rebelde. Si te lanzas a un lago, nadas cómodo porque las aguas son quietas. Me cuesta hablar de vanguardias, pero la vanguardia es revolución. Siempre me he atrevido a hacer cosas que creo son inusuales. Ser revolucionario en el arte es ir en contra del canon establecido.

Santos Lopez--¿Cómo ser rebelde y revolucionario en el arte sin caer en el exhibicionismo o la necedad?

CZ--Luchando contra el ego. El ego es la mayor enfermedad de un artista.

SL--Hemos palpado en tus últimas exposiciones mucha cercanía de los jóvenes con tu propuesta. ¿Cómo explicas este hecho?

CZ--Los niños y los jóvenes no ven maldad en mi obra. No les tengo que explicar nada, entienden todo. Me interesa hablarle a la gente joven. Los jóvenes tienen que atreverse para que no se los trague el “sistema”, para decirlo a lo Pink Floyd.

SL--¿Cómo se te ocurrió el personaje del Conejo?

CZ--Me apasiona usar objetos que no fueron hechos con fines artísticos. El uso de los objetos industriales me interesa. Voy a una ferretería y veo las herramientas con otros ojos. El personaje del Conejo ocurrió así. Había escasez de telas para pintar en Caracas, y me fui a Sabana Grande a buscar un local que tenía telas y en el camino encontré una tienda de magia; allí vi un conejo de casi 3 metros, me fotografié a su lado y lo puse en Facebook, y anuncié: “me acabo de encontrar a un amigo y lo invité a mi exposición”. En verdad es una historia muy bonita con ese conejo y como se quiso venir conmigo, era el conejo de un mago llamado “El Gran Henrry”, lo acompañaba en todos sus actos, lo vi, seguí adelante, me regresé y entré y me tomé una foto con ese conejo porque la energía era muy fuerte y bonita, entonces puse la foto en Facebook y comenzaron a mandarme fotos del conejo haciendo mil diabluras y me di cuenta que tenía que comprarlo para incorporarlo a mi expo "Espinas de Acero", fui a comprarlo, pero no lo vendían, pues era el conejo del mago, formaba parte de un acto de magia y además un atractivo para la tienda, entonces, me reuní con el mago y le expliqué todo lo que quería hacer con el conejo, le mostré las fotos en facebook y hablamos y hablamos y hablamos, entonces le dijo a su ayudante que lo metiera en una caja y me lo vendió. Supo que conmigo seguiría viviendo y supo que apenas el, como mago muriera, iba el conejo, a terminar metido en una caja y olvidado. MUY CARO me lo vendió, pero me lo vendió y listo, cobró vida el Sr Conejo, ahora es mi pana y vive aquí en mi casa, ahora es una obra de arte y anda a media noche en una motocicleta, trepado a una escalera o seduciendo conejitas. Es extraordinario descubrir que el conejo se volvió primero un personaje y luego una obra de arte. El conejo se alió con un personaje diminuto con un hacha. Ahora esa instalación quería adquirirla para un museo de Bogotá. Gracias a Marcel Duchamp. Pero yo no quise vender al Sr. Conejo, ahora se vino a México conmigo, esa es la historia, así de sencilla.

SL--Tu filiación con Mario Abreu, en cuanto al ensamblaje de objetos, es muy cercana entonces.

CZ--Mario Abreu es mi papá en el mundo del objeto. Lo quise mucho y era mi amigo, era un artista maravilloso; después de Abreu está Miguel Von Dangel. La vida me ha dado tres grandes maestros: Víctor Valera, Mario Abreu y Bruno Munari.

SL--Has estado utilizando en tus pinturas básicamente tres colores: blanco, negro y plateado ¿qué quieres sugerir?

CZ--No se. Creo que en el mundo todo es metálico, plateado. Por el momento estoy pintando así. Tal vez mañana cambie.

SL--Has orquestado un discurso contra la cultura de la violencia: tu obra y voz accionan conjuntamente por un mensaje de paz, de desarme… ¿Sigues firme en este sentido hoy día en esta Venezuela violenta?

CZ--Fui iniciado desde muy joven en las artes marciales. Allí uno se aproxima a un mundo espiritual muy hermoso porque uno comprende el sentido del respeto por el otro. Como artista, quiero enseñarle a mis hijos y a los que se aproximan a mí a que entiendan que la vida es sagrada. El problema es que la realidad de nuestras calles habla de jóvenes que tienen videojuegos y se asumen como avatares que encarnan a esos personajes violentos y agresivos de los juegos de guerra que rompen cráneos y masacran. La dimensión de la violencia hay que afrontarla con la voluntad social.

SL--¿Cuál es la meta de Carlos Zerpa ahora?

CZ--Rodar por toda Venezuela con exposiciones grandes y con nuevas propuestas. Y darle a mi obra una proyección internacional. La vida me dio una salida que le agradezco a la existencia y a mis ancestros. Puedo saltar de un formato a otro. Gracias a Bruno Munari quien me enseñó a cambiar la perspectiva sobre mi lenguaje artístico. Sentir la libertad como creador.

“No me creo el cuento de las ideologías; ni el de la derecha ni el de la izquierda. En lo que creo ahora es en la poesía, en el arte; allí reside la verdadera revolución, la verdadera transformación y el cambio. El arte, en esencia, es espíritu”, concluyó Zerpa.