EL SISTEMA ZERPA
Roberto Echeto
Este ensayo fue leído el 6 de abril de 2008 en el Gabinete de Dibujo y Estampa de la ciudad de Valencia. El próximo domingo 27 de abril, a las 11 am, Carlos Zerpa inaugurará su exposición en la galería Ascaso que queda en la avenida Orinoco de Las Mercedes, en Caracas.
Carlos Zerpa es uno de los artistas venezolanos más reconocidos y más inquietos. Su obra nunca se ha limitado al dibujo, a la pintura, a la escultura, al collage, al ensamblaje, a la instalación o al performance. Nadie podrá decir con propiedad que Carlos es un pintor a secas, o un escultor a secas, o un performer a secas… Carlos es todo eso y más porque siempre ha expandido su capacidad creadora hacia varios lenguajes, incluidos el de las artes marciales, el del cine súper ocho, el del video, el del cómic, el de los piercings, el de los tatuajes, el del body art y el de los blogs (si no lo creen, entren a www.carloszerpa.blogspot.com).
Carlos Zerpa es de esos raros artistas que abren caminos. Cada una de sus obras no sólo cumple a cabalidad con las reglas de los materiales con los que se expresa, sino que extiende las fronteras de cada uno hacia territorios inusitados. Por eso él y su obra se mantienen jóvenes y vigentes. Por eso las nuevas generaciones de artistas ven en él un punto de referencia. Por eso, a pesar del disparate histórico en el que nos hallamos sumidos, él y su trabajo permanecen firmes y dignos, influyendo a las nuevas generaciones y mostrándole infinidad de caminos por los que pueden conducir sus creaciones.
Podríamos pasar horas hablando sobre los múltiples caminos que ha abierto Carlos Zerpa en el arte venezolano. Podríamos hablar de sus performances, de sus vitrinas, de sus pinturas con imágenes del Santo y Bruce Lee, de su pasión por los cuchillos y por coleccionar los más extraños objetos. Sin embargo, en este instante nos dedicaremos a hablar de aquellos rasgos que están presentes a lo largo y ancho del proyecto de este gran artista.
Todo en el trabajo de Carlos hay que leerlo en segunda potencia, como entendiendo que sus obras no hacen referencia a la realidad de los animales, de los bodegones barrocos o de las botellas de Morandi. Todas las imágenes que produce remiten a otras imágenes de consumo masivo, a portadas de discos, a superhéroes, a anuncios publicitarios, a estampas religiosas y a obras de otros artistas. Carlos no trabaja como aquéllos que se rompen el seso por entender la anatomía y las proporciones de un coyote. A él le preocupan las imágenes que ya existen, que fueron procesadas y que ya tienen años rodando entre las gentes del mundo entero. Tomen ustedes cualquiera de sus pinturas y verán cómo la intención con la que fue hecha es igual a la del carajito que utiliza sus creyones para dibujar a Ultramán o al Hombre Araña. Es allí de donde brota ese sabor a contemporaneidad que caracteriza todo lo que hace nuestro amigo. A esa premisa le podemos sumar otra que tiene que ver con el humor, con la presentación de imágenes desmesuradas y contundentes que además de conmovernos por su factura, nos voltean el cerebro al estar conformadas por una combinación de ideas, de motivos o significados que tú nunca te habías imaginado. ¿Quién no recuerda aquel ensamblaje hecho a partir de una silla gris de oficina a la que Carlos le pegó cohetes y ametralladoras de plástico, y que cuando tú la veías, sentías que estabas viendo un F-16? ¿Cómo olvidar aquella serie llamada «Hard Rock Hotel» en la que aparecían decenas y decenas de zancudos pegados con cinta adhesiva en unas impecables hojas de papel Fabriano?
Convertir una silla en un avión de combate es un acto humorístico, pero también un milagro… ¡Y lograr un dibujo abstracto con los cadáveres de cientos de zancudos aplastados ni se diga! El humor en la obra de Zerpa es un tema fascinante y complejo que trasciende el anecdotario de las imágenes con las que trabaja. Sus obras no sólo son graciosas porque la risa —de él y de nosotros— forme parte de su proyecto artístico, sino porque hay un desparpajo particular (y muchas veces desmesurado) en la combinación de las técnicas y de los materiales que utiliza.
Todos hemos visto que Carlos no le tiene miedo a pegarle lentejuelas a sus pinturas, a intervenir fotografías, a pintar de colores chillones a un maniquí, a hacer un ala, como de ángel, con cuchillos bien afilados… Los materiales no se le resisten. Cualquier objeto que caiga en sus manos, puede transformarse en una obra de arte.
He ahí la fuente de poder de su creación: el humor. Como a Carlos no se le resisten los materiales y como a él no le interesa pisar los frenos conceptuales, a veces los límites de sus creaciones se difuminan, para bien de la humanidad. Así tenemos que en sus pinturas abundan las líneas; que en sus esculturas no faltan las pinceladas de colores; que en sus dibujos aparecen objetos pegados como en los ensamblajes; que en sus performances y películas surgen las mismas imágenes y los mismos motivos que aparecen en sus acrílicos de gran formato, lo cual nos demuestra que su obra tiene una organización y que, aunque no lo parezca, constituye todo un sistema.
Roberto Echeto
Este ensayo fue leído el 6 de abril de 2008 en el Gabinete de Dibujo y Estampa de la ciudad de Valencia. El próximo domingo 27 de abril, a las 11 am, Carlos Zerpa inaugurará su exposición en la galería Ascaso que queda en la avenida Orinoco de Las Mercedes, en Caracas.
Carlos Zerpa es uno de los artistas venezolanos más reconocidos y más inquietos. Su obra nunca se ha limitado al dibujo, a la pintura, a la escultura, al collage, al ensamblaje, a la instalación o al performance. Nadie podrá decir con propiedad que Carlos es un pintor a secas, o un escultor a secas, o un performer a secas… Carlos es todo eso y más porque siempre ha expandido su capacidad creadora hacia varios lenguajes, incluidos el de las artes marciales, el del cine súper ocho, el del video, el del cómic, el de los piercings, el de los tatuajes, el del body art y el de los blogs (si no lo creen, entren a www.carloszerpa.blogspot.com).
Carlos Zerpa es de esos raros artistas que abren caminos. Cada una de sus obras no sólo cumple a cabalidad con las reglas de los materiales con los que se expresa, sino que extiende las fronteras de cada uno hacia territorios inusitados. Por eso él y su obra se mantienen jóvenes y vigentes. Por eso las nuevas generaciones de artistas ven en él un punto de referencia. Por eso, a pesar del disparate histórico en el que nos hallamos sumidos, él y su trabajo permanecen firmes y dignos, influyendo a las nuevas generaciones y mostrándole infinidad de caminos por los que pueden conducir sus creaciones.
Podríamos pasar horas hablando sobre los múltiples caminos que ha abierto Carlos Zerpa en el arte venezolano. Podríamos hablar de sus performances, de sus vitrinas, de sus pinturas con imágenes del Santo y Bruce Lee, de su pasión por los cuchillos y por coleccionar los más extraños objetos. Sin embargo, en este instante nos dedicaremos a hablar de aquellos rasgos que están presentes a lo largo y ancho del proyecto de este gran artista.
Todo en el trabajo de Carlos hay que leerlo en segunda potencia, como entendiendo que sus obras no hacen referencia a la realidad de los animales, de los bodegones barrocos o de las botellas de Morandi. Todas las imágenes que produce remiten a otras imágenes de consumo masivo, a portadas de discos, a superhéroes, a anuncios publicitarios, a estampas religiosas y a obras de otros artistas. Carlos no trabaja como aquéllos que se rompen el seso por entender la anatomía y las proporciones de un coyote. A él le preocupan las imágenes que ya existen, que fueron procesadas y que ya tienen años rodando entre las gentes del mundo entero. Tomen ustedes cualquiera de sus pinturas y verán cómo la intención con la que fue hecha es igual a la del carajito que utiliza sus creyones para dibujar a Ultramán o al Hombre Araña. Es allí de donde brota ese sabor a contemporaneidad que caracteriza todo lo que hace nuestro amigo. A esa premisa le podemos sumar otra que tiene que ver con el humor, con la presentación de imágenes desmesuradas y contundentes que además de conmovernos por su factura, nos voltean el cerebro al estar conformadas por una combinación de ideas, de motivos o significados que tú nunca te habías imaginado. ¿Quién no recuerda aquel ensamblaje hecho a partir de una silla gris de oficina a la que Carlos le pegó cohetes y ametralladoras de plástico, y que cuando tú la veías, sentías que estabas viendo un F-16? ¿Cómo olvidar aquella serie llamada «Hard Rock Hotel» en la que aparecían decenas y decenas de zancudos pegados con cinta adhesiva en unas impecables hojas de papel Fabriano?
Convertir una silla en un avión de combate es un acto humorístico, pero también un milagro… ¡Y lograr un dibujo abstracto con los cadáveres de cientos de zancudos aplastados ni se diga! El humor en la obra de Zerpa es un tema fascinante y complejo que trasciende el anecdotario de las imágenes con las que trabaja. Sus obras no sólo son graciosas porque la risa —de él y de nosotros— forme parte de su proyecto artístico, sino porque hay un desparpajo particular (y muchas veces desmesurado) en la combinación de las técnicas y de los materiales que utiliza.
Todos hemos visto que Carlos no le tiene miedo a pegarle lentejuelas a sus pinturas, a intervenir fotografías, a pintar de colores chillones a un maniquí, a hacer un ala, como de ángel, con cuchillos bien afilados… Los materiales no se le resisten. Cualquier objeto que caiga en sus manos, puede transformarse en una obra de arte.
He ahí la fuente de poder de su creación: el humor. Como a Carlos no se le resisten los materiales y como a él no le interesa pisar los frenos conceptuales, a veces los límites de sus creaciones se difuminan, para bien de la humanidad. Así tenemos que en sus pinturas abundan las líneas; que en sus esculturas no faltan las pinceladas de colores; que en sus dibujos aparecen objetos pegados como en los ensamblajes; que en sus performances y películas surgen las mismas imágenes y los mismos motivos que aparecen en sus acrílicos de gran formato, lo cual nos demuestra que su obra tiene una organización y que, aunque no lo parezca, constituye todo un sistema.
El sistema Zerpa.
Una vez, en Corpbanca para una exposición que se llamó 13 instrumentos de dibujo, Carlos presentó un performance que dejó boquiabierto a quien escribe estas líneas. En un momento de su show, él se ponía la máscara de El Santo, se colocaba unos guantes quirúrgicos a los que bañaba en alcohol y luego los encendía… Aquella imagen no sólo era fuerte y hermosa porque nos traía al presente a nuestros héroes infantiles, sino porque Carlos creó frente a todos los presentes un cuadro vivo, con las mismas imágenes que aparecen en sus pinturas y dibujos… El Santo con las manos ardiendo en llamas y lanzando golpes al aire, ahí, en vivo, fue otro milagro poderoso.
Detrás del sistema Zerpa se encuentra una voluntad que le da coherencia al gran poder de creación que tiene nuestro amigo. Esa voluntad cuestiona de manera constante (y sin necedades) aquello que le da vida a las grandes obras… Señoras y señores, las grandes obras no son grandes porque estén perfectamente dibujadas o porque sus colores permanezcan en un equilibro extraordinario. Las grandes obras son grandes porque fueron hechas con el deseo de abrirle un boquete a la vida de la gente, un boquete por el que se cuelen sus terrores, sus sonrisas, sus odios, sus manías… Por eso, sería interesante culminar esta reflexión con unas palabras que pronunció el propio Zerpa y que explican muy bien el centro de ese sistema que tanto admiramos:«…Yo soy muy reflexivo. Pienso mucho en toda la parte conceptual, en la resolución, en el equilibrio de un cuadro. Después lo que viene es un enfrentamiento con la tela o con los objetos, un enfrentamiento que yo ejecuto muy rápido. Me paro frente a la tela y comienzo a hacer trazos, trazos que cuando veo que están muy preciosistas, los ejecuto con la mano izquierda para que no sean tan bonitos…
…En el arte se tiende mucho a la perfección, a la cosa acabada (que por cierto vende más), y eso no me interesa. No me interesa ser complaciente… Yo creo que tu mano a veces te traiciona. La mano sin querer se va educando; la pincelada, cuánta carga de pintura necesitas para hacer una línea de tal tipo, qué tipo de pincel es mejor para tal cosa… Entonces si eso no es lo que quieres, mejor es cambiar de mano, o botar los pinceles y pintar con los dedos…».
Carlos Zerpa siempre va adelante, mucho más adelante… Y sigue adelante.
Muchas gracias.
Una vez, en Corpbanca para una exposición que se llamó 13 instrumentos de dibujo, Carlos presentó un performance que dejó boquiabierto a quien escribe estas líneas. En un momento de su show, él se ponía la máscara de El Santo, se colocaba unos guantes quirúrgicos a los que bañaba en alcohol y luego los encendía… Aquella imagen no sólo era fuerte y hermosa porque nos traía al presente a nuestros héroes infantiles, sino porque Carlos creó frente a todos los presentes un cuadro vivo, con las mismas imágenes que aparecen en sus pinturas y dibujos… El Santo con las manos ardiendo en llamas y lanzando golpes al aire, ahí, en vivo, fue otro milagro poderoso.
Detrás del sistema Zerpa se encuentra una voluntad que le da coherencia al gran poder de creación que tiene nuestro amigo. Esa voluntad cuestiona de manera constante (y sin necedades) aquello que le da vida a las grandes obras… Señoras y señores, las grandes obras no son grandes porque estén perfectamente dibujadas o porque sus colores permanezcan en un equilibro extraordinario. Las grandes obras son grandes porque fueron hechas con el deseo de abrirle un boquete a la vida de la gente, un boquete por el que se cuelen sus terrores, sus sonrisas, sus odios, sus manías… Por eso, sería interesante culminar esta reflexión con unas palabras que pronunció el propio Zerpa y que explican muy bien el centro de ese sistema que tanto admiramos:«…Yo soy muy reflexivo. Pienso mucho en toda la parte conceptual, en la resolución, en el equilibrio de un cuadro. Después lo que viene es un enfrentamiento con la tela o con los objetos, un enfrentamiento que yo ejecuto muy rápido. Me paro frente a la tela y comienzo a hacer trazos, trazos que cuando veo que están muy preciosistas, los ejecuto con la mano izquierda para que no sean tan bonitos…
…En el arte se tiende mucho a la perfección, a la cosa acabada (que por cierto vende más), y eso no me interesa. No me interesa ser complaciente… Yo creo que tu mano a veces te traiciona. La mano sin querer se va educando; la pincelada, cuánta carga de pintura necesitas para hacer una línea de tal tipo, qué tipo de pincel es mejor para tal cosa… Entonces si eso no es lo que quieres, mejor es cambiar de mano, o botar los pinceles y pintar con los dedos…».
Carlos Zerpa siempre va adelante, mucho más adelante… Y sigue adelante.
Muchas gracias.
Excelente informe lo pondre en myspace
ResponderBorrarHola, muy interesante el post, saludos desde Chile!
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