miércoles, septiembre 30, 2009

HOMBRE SUMERGIDO

HOMBRE SUMERGIDO
Para mi hijo Sebastián
Carlos Zerpa


El calor lo tenía sofocado y casi no podía respirar esa tarde tan calurosa de ese verano infernal que se acentuaba en una ciudad cubierta de hormigón y de asfalto.
Llegó a su casa encontrándola vacía, ya que su mujer había salido a secarse el cabello en la peluquería y su hijo pequeño estaba con su hermano mayor en el cine viendo una película de enanos y dragones.
Un ardor en el cuello debajo de sus dos orejas lo inquietaba y al quitarse la corbata y la camisa cuello duro, descubrió que tenía un par de profundas cortadas debajo de sus orejas. Que aunque no le sangraban eran de verdad inquietantes.
Se lavó la cara y se miró las heridas en el espejo del baño no pudiendo creer lo que veía, luego se dio cuenta que poseía además en sus manos, membranas interdigitales como las que tienen las ranas… entonces muy sudado y nervioso se dispuso a darse un buen baño de tina y para ello llenó de agua muy fría la bañera.
Al sumergirse se dio cuenta de lo bien que se sentía al estar dentro del agua, se refrescó, relajó, suspiró y casi se durmió.
Entonces presenció cómo sus brazos se reducían a tal punto que ahora solo tenía sus manos pegadas al tronco, que sus piernas se les habían pegado en una sola y que sus pies se movían solos abajo por su propia cuenta… Un ojo se le trasladó hacia un costado de su cara, hacia su cien y el otro hacia la otra, poniéndoselos a los lados de su cabeza, el cuello le había desaparecido y todo su cuerpo tomaba rápidamente una coloración azul verdosa… estaba baboso y lleno de escamas.
Se había transformado en un pez verdiazul como metálico.
Al llegar su mujer a la casa lo descubrió nadando apretadamente en la bañera, al llegar los hijos y ver ese regalo que les había dejado su padre decidieron sacarlo de la tina y ponerlo en el estanque del patio, suerte de piscina llena de piedras, arenillas, algas tortuguitas y peces rojos para que estuviese mucho más a sus anchas. Lo subieron desde la tina a la superficie con unas toallas y lo llevaron a duras penas hasta el estanque debajo del sauce.
El pez comenzó a nadar intentando comunicarse con su esposa e hijos pero no lo podía conseguir.
Llegó la noche y todos se fueron a sus habitaciones un tanto preocupados pues su padre aún no llegaba de la calle y no contestaba el teléfono celular.
A eso de las 11 de la noche se revirtió el proceso y el pez comenzó a volver a ser hombre, se cerraron sus branquias y tuvo que sacar la cabeza fuera del agua para respirar, sus aletas se transformaron en brazos y sus piernas volvieron a aparecer, regresaron sus orejas, su cabello y su ombligo.
Salió del estanque desnudo, mojado y tiritando del frio, entró al baño a darse una ducha para sacarse con jabón el agua del estanque y el fuerte olor a pescado que tenía en su piel.
Cuando su mujer lo vio empapado no pudiendo dar crédito a sus ojos, él se encogió de hombros sabiendo que le iba a ser difícil explicarle y que ella le creyera lo que le había acontecido.
Con los labios morados por el frio tan solo le dijo: “He estado sumergido”.

3 comentarios:

  1. Jose Vicente Campos1:06 p.m.

    Muy bueno, un buen relato de lo que nos ocurre de vez en cuando y echa sal a
    esta insulsa existencia. Una mezcla de Kafka y Big Fish de Danniel Wallace.

    Jose Vicente Campos

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  2. Consulta.
    La gráfica esta hecha por usted?

    Miguel Angel

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  3. Consulta:
    La gráfica esta hecha por usted?

    saludos

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