jueves, febrero 24, 2011

TRES CONFESIONES A MI DOCTORA


TRES CONFESIONES A MI DOCTORA
PRIMERA
He estado de viaje por más de dos horas para poder estar aquí y cumplir con mi cita querida doctora. Yo ocupaba la parte delantera del vehículo en el que vine con otro pasajero y el chofer, en el asiento de atrás venían otros tres hombres, casi todos dormían o leían la prensa, o pensaban en quién sabe qué… el hombre que manejaba estaba separado de mi por uno que dormía, yo por mi parte he preferido ir en esta cabina dándole utilidad a las horas de viaje, es de suma importancia para mí no perder mi tiempo.
Al inicio venia contando las partes de la fragmentada línea, que divide el canal derecho del canal izquierdo, luego perdí la cuenta cuando mi pensamiento se puso a lucubrar cosas en relación al largo y ancho de estos fragmentos, y la posibilidad de su igualdad por tamaño, color, forma y tiempo de ellos.
Pensar en esa línea fragmentada me hace bien, contar los espacios es como una oración, es una experiencia mística ya que he llegado a sumas impresionantes, he contado hasta llegar a cifras que usted ni creería… ¿sabe? He descubierto que se contar hasta unas cantidades que desconocía.
Me confieso además que muchas veces he hecho el mismo viaje, unas veces para contar las líneas y otras para contar los espacios entre ellas.

SEGUNDA
Hoy he amanecido igualmente de temprano, listo para emprender las labores del día mi querida doctora. Es importante para mí el levantarme a eso de las 6 de la mañana, ya que cuando llega la noche me parece que he vivido mas y que tengo más experiencias… claro que todo iría bien a no ser por mi tormento.
Quisiera explicártelo pero no sé si lo entendería, su causa la ignoro, aunque imagino que debe ser a causa de algo que pasó cuando era niño, quizás superprotección.
El efecto o más bien el resultado son montones de cuadritos de papel de dos centímetros y medio por dos centímetros y medio, todos recortados por mí en estos días que he pasado en casa de mis padres, todos esdtos cuadritos han sido medidos por mi y recortados por mi… lo que siento no sé si lo entendería doctora, pero una vez recortados pierdo el interés en ellos, porque lo que me interesa es la acción de recortarlos. Ahora ellos se amontonan alrededor e mí y me exigen un uso, sé que me reprochan el no darles una razón para su existencia, una razón de vida.

TERCERA
Me he quedado un rato mirando a un hombre que estaba en la calle junto a mí, el repetía su acto una y otra vez sin importarle quien lo mirase, el trataba de quitarse de la cabeza algo que se le paraba encima, o un sombrero, o un pájaro o unas manos, ¿yo que se? El veía ese algo y lo sentía sobre su cabeza doctora, luego me recordé de un hombre al que vi hace muchos años en otra ciudad, el cual estaba escribiendo en el piso, en la calle, en la acera, con un pedazo de ladrillo, con una tiza, con la cáscara de un limón, o con un carbón y hacia una suma interminable… 0+0+0+0 cero mas cero mas cero mas cero, 0+0+0+0 cero mas cero mas cero mas cero 0+0+0+0+0+0+0+0.
También vi muchos escritos en el piso de otras ciudades, alertándonos de muchas cosas, por medio de ellos fue que me entere que en las iglesias estaban usando los rayos ultravioletas para alterar la volud de los hombres y hasta supe que un perro había mordido la mano de su propio amo, a causa ntade esos rayos; con el tiempo y caminando por esas mismas calles descubrí al autor de dichos escritos, conocí de vista al autor de esos “mensajes”… ya viejo y con una especie de carreta llena de perros, él se disponía con un pincel y pintura blanca a retocar sus pisados escritos… Esto fue en Milano ciudad de Italia mí querida doctora.
Yo también he dicho cosas y usted lo sabe, he tenido pensamientos magistrales y con el bolígrafo los he escrito en la suela de mis zapatos. Una vez recuerdo escribí en la suela de mi zapato izquierdo el nombre de un perro.
Yo también tenía un perro doctora.

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