jueves, diciembre 24, 2015

Nunca he sido Músico ni he pretendido serlo.


Nunca he sido Músico ni he pretendido serlo.
Carlos Zerpa.

Esa es la verdad, nunca he sido músico ni he pretendido serlo, aunque me he aproximado muchiiiisiiimo al meollo.
Cuando era niño, como casi todos los niños de mi generación tenía un “Cuatro”, en el que toqué algunas canciones ayudado por el método de Oscar Delipiani y el cual afinaba por ese sistema del “Can-Bur-Pin-Tón”. Digamos que me supe y sé tocar: Compadre Pancho, Caribe Soy, Moliendo Café y Barlovento entere otras. Mi hermana Yraiza también tenía uno y tocábamos y cantábamos a dúo para deleite y tormento de nuestros padres.
Mi mamá Carlota, me llevaba cuando era muy niñito al estudio de la “Radio 810” de Valencia, a cantar acompañado por la guitarra del profesor Julio Centeno, aquella canción de “Patico patico color de café” y “El ratón Vaquero”, para  luego regresar ya con 10 años de edad a cantar “Agujetas de Color de Rosa”, para todos los radioescuchas valencianos, esa pieza de la banda de Rock, mexicana “The Hooligans” que decía: “Yo tengo una novia que es un poco tonta, pero es mi gusto y yo la quiero mucho, no es muy bonita pero esta reloca pues ella usa mallas también, agujetas de color de rosa y un sombrero grande y feo, el sombrero lleva plumas de color azul pastel”.
Yo tenía cuando era niño, una emisora de radio imaginaria con la cual jugaba en mi casa; en la que era locutor, presentador y DJ, en la cual ponía mis discos de vinilo, para una audiencia formada por vaqueritos y soldaditos verdes de plástico, y les transmitía a ellos mis programas de Rock and Roll… “Buenas noches queridos radioescuchas, les habla su amigo Carlos Zerpa, es tiempo de Rock and Roll, es la hora del GO GO RADIOOOOOOOO!!!
Pasó el tiempo y un día pensé que podía estudiar piano, así que fui acompañado de mi papá Paco, a hacer la prueba de admisión en la escuela de música, pasé la prueba pero me desalenté cuando me informaron, que debía primero estudiar cuatro años de teoría antes de pretender acercarme al teclado, así que de la misma manera que me aproximé, me alejé.
Formé parte del orfeón de mi colegio y canté mal que bien las canciones dirigidas por un profesor atorrante, pero esto lo hice para escaparme un par de tardes a la semana, de lo tedioso de las clases de matemáticas de tercer grado. Repetí tanto esas canciones que aún recuerdo un par de coros… Malaya la cocina, malaya el humo, malaya quien se fie de hombre ninguno. Plon chiricuchi plon, chiricuchi plon, chiricuchi plon, plon, plon, plon.
Ya cuando tenía unos 18 años quise tocar guitarra y hasta me compré una, aprendí a afinarla, hasta me ensayé esa canción de “La Casa del Sol Naciente”, así como el punteo de una canción de los “Tremeloes” que ni se como se llama y una pieza un tanto cursi de los Indios Tabajara que decía: Por que suspiras que piensas de miiiiiiiii cuando te miro yoooooo, para cantársela y enamorar a una mujer que me gustaba. Pero nunca se la canté ni la enamoré, Esa guitara la vendí al poco tiempo, esto fue equivocado pues debí quedarme con ella, era una Yamaha con cuerdas de metal.
Con una flauta dulce, de madera, me aprendí el tema de la película las “Fresas de la amargura” y la toqué para mí, una y otra vez hasta el cansancio, un compañero de flauta era el pana José Antonio “Turquito” Sada, quien en verdad si es músico hasta el sol de hoy.
Con ese mismo “Turquito”  en el año 1972, hice mi primer trabajo de “Arte Sonoro” con sonidos de burbujas. Para realizar estos sonidos, llené un tobo de agua hasta la mitad y luego invité a mi amigo Sada, a que hiciera un contrapunteo conmigo. Introdujimos dos mangueras cortas en el agua a manera de pitillos, una manguera delgada y una gruesa, pegué un par de micrófonos de los llamados “chicharras” dentro del tobo, alejados del agua... Luego soplábamos con las mangueras dentro del agua haciendo una música de ruidos, una música de burbujas en contrapunto…. ¿Flautas acuáticas?
Gluuup, glup, gluuuuuuuuuuuup, glup, glup, glup, gluup, gluuuuuu, gluuuup, glup, glup…
Pero por esto no me las puedo dar de músico, o si? Dígalo ahí mi querido Miguel Ángel Noya.
En muchísimos de mis Performances desde el año 1980 he cantado boleros de Felipe Pirela y Javier Solís, así como canciones cursis de Mirla Castellanos… Ja, ja, ja tremendo atrevimiento sin ser cantante.
Ya después de grande comencé con un “Bajo eléctrico” que me regaló mi ahijado Rodrigo Gil. Empecé a darle y a puntear únicamente en la primera cuerda, pretendiendo seguir el ritmo de acompañamiento a las piezas de Rock que ponía a alto volumen en mi tocadiscos. Hasta me compré un método con CD incorporado y hablé con mi amigo el gran Wincho Schafer, ex “Sentimiento Muerto” para que me diera clases… Uffff cuantas pretensiones.
Junto al pionero de la Música Electrónica en Venezuela, mi hermano  Miguel Ángel Noya, en el año 2008, formé parte de una banda de Rock efímera que solo duró una presentación aquí en Caracas. La Banda de Rock NZ, la cual se paseaba desde lo estridente, al heavy metal, del arte sonoro a la música electrónica, del ruido al Rock and Roll.
Guitarra eléctrica, bajo, batería, teclados, computadora, gargantas… Tocando piezas de “Frank Zappa”, del grupo “Rammstein”, algo de “Marilyn Manson”… y otras maravillas compuestas por Miguel Ángel.
Ja, ja, ja, travesuras acompañado de músicos cómplices.
También me atreví hace un par de años, a escribir y publicar un libro sobre el rock el cual titulé: «Buen Rock Esta Noche», el rock en Valencia/Venezuela en los años 60s y 70s que fue editado por la Universidad de Los Andes en Mérida, Venezuela. Esto si fue en verdad importante y me siento orgulloso de haberlo hecho.
Como ya les dije, no soy músico ni pretendo serlo, soy un melómano con el oído muy afinado para las melodías, mi abanico musical es en verdad muy amplio. Soy además uno de esos que aman el Rock and Roll, de los que siempre han estado en el “Back Stage” tomándose un trago con los panas músicos, porque tengo “MUCHOS” amigos músicos. Soy  también de los que está en los asientos de primera fila, aplaudiendo, deleitándome, dejándome llevar por la música de estos estupendos hermanos… Porque en esencia amo la música.
Hummmmmm!!! Ahora que lo recuerdo, tengo mi bajo eléctrico guardado en el closet, olvidado y esperando por mí, un momento, ya regreso.


domingo, diciembre 20, 2015

TRES CANCIONES BONAIRENSES.





TRES CANCIONES BONAIRENSES.

Carlos Zerpa

Ciudad de Buenos Aires – Argentina

2014 - 2015


#1- Tan Alto.

Un tipo muy alto sube conmigo al ascensor.
Se parece muchísimo al baterista de la banda “Gorillaz”.
Es tan alto que toca el techo del elevador con su cabeza.
Me ve.
Saca su lengua y lame el techo del ascensor.
Se sonríe.
Yo me hago el pendejo. 



#2- Pelos Face.

Estabas de espaldas a mí, en la cama.
Arropada hasta el cuello.
Yo de pronto despierto.
Veo tu cara toda cubierta de pelos.
Como el “Hombre Lobo”-
Como  el “Tío Cosa”.
Me aterro.
De pronto volteas.
Me doy cuenta que veía tu cabeza desde atrás.
Cosas de las primeras luces de la mañana.


#3- Can Sound.

Camino por Palermo.
Hace frío.
Me encuentro en la calle con un perro que tose.
Tose y tose.
Sigo mi camino.

martes, diciembre 15, 2015

Esas Canciones Tontas que me gustan.


Esas Canciones Tontas que me gustan.
Carlos Zerpa

Te voy a ser honesto, me encanta esa canción tonta de la cantante mexicana, Natalia Lafourcade, esa llamada “Un Pato”… ja, ja, ja.  Esa que dice: Un pato que va cantando alegremente Cuac, Cuac, cuando se encuentra a un lindo gato Miau, Miau, para cantar bossa-nova. Me gusta mucho en verdad y me saca una sonrisa escuchar a Natalia, esa bella niña/mujer con una voz tan hermosa en eso de Cuac, Cuac, Cuac, Cuac. (Oyeeee!!! Pero debes también escucharla en asuntos más serios, como su disco full de canciones en homenaje al gran Agustín Lara).
Te debo confesar que no es la primera vez que me sucede esto, que me atrape una canción con letra tonta, ya en los años 60s el maracucho Henry Stephen me puso a cantar una pieza que en verdad me encantaba (y que aún me sigue gustando) con esa pegajosa letra y melodía de: Mi limón mi limonero, entero me gusta más, un inglés dijo yeh yeh, y un francés dijo o la lá… Ja, ja, ja, no me digas que no es maravillosa.
Eso de que me guste una canción tonta, me sucede de vez en vez y en verdad me agrada cuando me pasa, después de crecer y vivir plenamente envuelto en el mudo del Rock and Roll, con canciones de letras complicadas, misteriosas, de reflexión y toma de conciencia, de esas que te hacen pensar abriendo tu cerebro de par en par, como las “Escaleras al Cielo” de Led Zeppelin, “Revolución” de John Lennon, “El Fin” de Jim Morrison, “La Tortura Nunca Para” del siempre presente Frank Zappa, “Otro Ladrillo en la Pared” de Pink Floyd o “Simpatía por el Diablo” de los Rolling Stones”, entre tantas otras. Ufffff!!!!!
Después de haber escuchado mil veces en la radio, cuando era muy joven, también en los 60s, el “Aleluya” de Cherry Navarro con esa letra que en si es un poema complicadísimo y casi hermético: Una lágrima en la mano, un suspiro muy cercano, una historia que termina, una piel que no respira, una nube desgarrada, una sangre derramada, aleluuuuya.
Claaaaaaro que cae bien una taza de café con leche caliente y un par de galleticas “María”, con una canción de letra tonta, que nos enamore, nos relaje y nos logre sacar una sonrisa, sobre todo en estos tiempos en que el mundo está tan convulsionado. Una canción como esa de Lafourcade con ese pobre pato que se desafinó, Cuchi, Cuchi y en la nota final lo empujaron al agua y se puso a nadar Qüick, Qüick.
 Entonces ya al rato tirado en el sofá con un shot de “Cocuy” en la mano me pongo a escuchar a esa banda venezolana llamada La Vida Boheme con sus “Hornos de Cal” y me dejo llevar con esa canción que me dice que, las moscas forman nubes en torno al altar, que van de la mano la sombra y el poco pan, que pensar es morir sin cena, que nos sembraron la cal bien profunda en las venas...

Es entonces cuando la otra parte de mi cerebro toma las riendas del asunto.