martes, diciembre 15, 2015

Esas Canciones Tontas que me gustan.


Esas Canciones Tontas que me gustan.
Carlos Zerpa

Te voy a ser honesto, me encanta esa canción tonta de la cantante mexicana, Natalia Lafourcade, esa llamada “Un Pato”… ja, ja, ja.  Esa que dice: Un pato que va cantando alegremente Cuac, Cuac, cuando se encuentra a un lindo gato Miau, Miau, para cantar bossa-nova. Me gusta mucho en verdad y me saca una sonrisa escuchar a Natalia, esa bella niña/mujer con una voz tan hermosa en eso de Cuac, Cuac, Cuac, Cuac. (Oyeeee!!! Pero debes también escucharla en asuntos más serios, como su disco full de canciones en homenaje al gran Agustín Lara).
Te debo confesar que no es la primera vez que me sucede esto, que me atrape una canción con letra tonta, ya en los años 60s el maracucho Henry Stephen me puso a cantar una pieza que en verdad me encantaba (y que aún me sigue gustando) con esa pegajosa letra y melodía de: Mi limón mi limonero, entero me gusta más, un inglés dijo yeh yeh, y un francés dijo o la lá… Ja, ja, ja, no me digas que no es maravillosa.
Eso de que me guste una canción tonta, me sucede de vez en vez y en verdad me agrada cuando me pasa, después de crecer y vivir plenamente envuelto en el mudo del Rock and Roll, con canciones de letras complicadas, misteriosas, de reflexión y toma de conciencia, de esas que te hacen pensar abriendo tu cerebro de par en par, como las “Escaleras al Cielo” de Led Zeppelin, “Revolución” de John Lennon, “El Fin” de Jim Morrison, “La Tortura Nunca Para” del siempre presente Frank Zappa, “Otro Ladrillo en la Pared” de Pink Floyd o “Simpatía por el Diablo” de los Rolling Stones”, entre tantas otras. Ufffff!!!!!
Después de haber escuchado mil veces en la radio, cuando era muy joven, también en los 60s, el “Aleluya” de Cherry Navarro con esa letra que en si es un poema complicadísimo y casi hermético: Una lágrima en la mano, un suspiro muy cercano, una historia que termina, una piel que no respira, una nube desgarrada, una sangre derramada, aleluuuuya.
Claaaaaaro que cae bien una taza de café con leche caliente y un par de galleticas “María”, con una canción de letra tonta, que nos enamore, nos relaje y nos logre sacar una sonrisa, sobre todo en estos tiempos en que el mundo está tan convulsionado. Una canción como esa de Lafourcade con ese pobre pato que se desafinó, Cuchi, Cuchi y en la nota final lo empujaron al agua y se puso a nadar Qüick, Qüick.
 Entonces ya al rato tirado en el sofá con un shot de “Cocuy” en la mano me pongo a escuchar a esa banda venezolana llamada La Vida Boheme con sus “Hornos de Cal” y me dejo llevar con esa canción que me dice que, las moscas forman nubes en torno al altar, que van de la mano la sombra y el poco pan, que pensar es morir sin cena, que nos sembraron la cal bien profunda en las venas...

Es entonces cuando la otra parte de mi cerebro toma las riendas del asunto. 

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