jueves, julio 28, 2022

Carlos Zerpa Instala y Actúa, por Juan Acha


 

Carlos Zerpa Instala y Actúa

Juan Acha

México Abril 1984

Catálogo de la exposición GRRR, de Carlos Zerpa en el Museo de Bellas Artes de Caracas Venezuela 1985.

Muchas de las actuaciones de este artista nos cautivaron. También nos atrajo la oposición complementaria de sus dos manifestaciones artísticas. Decimos principales, porque Carlos Zerpa es también diseñador gráfico y de esa actividad vive y extrae energías y medios para sus dos disidencias que el viene alternando desde hace algunos años sus instalaciones puramente objetuales y sus acciones corporales y escenificadas. Toda una voluntad de hacer visibles elementos, del pensamiento mítico de su realidad colectiva, atraviesa lo más tangible y denotativo de los objetos y lo más efímero y connotativo de los lenguajes corporales. Los mitos populares sin faltar los religiosos, animan el trasfondo de las acciones, mientras objetos invocan fetichizaciones consumistas, dejan sentir nostalgias surrealistas y su criptica organización o sintaxis nos suscitan interpretaciones personales y riesgosas, después de movilizar nuestra imaginación creadora.

Sus instalaciones van de las cajas a las ambientaciones, pasando por los escenarios de sus acciones. Todas ellas pobladas de objetos diarios, obedecen a una estructuración apretada y generosa en dignificaciones. La mayoría de los artistas visuales, prefieren permanecer en la tradición y producen objetos. Para el efecto utilizan imágenes, palabras y sonidos y expresan y se expresan, presentan o invocan realidades, incluyendo las biográficas. Otros como Zerpa, optan por elegir objetos entre los existentes y con ellos representan realidades intangibles, ya sea en la soledad de un “Ready Made” o en las acumulaciones de cosas del diario vivir. No se trata desde luego de las acumulaciones eurítmicas y utilitarias de los escenógrafos o decoradores de interiores; tampoco de los escaparatistas o ambientadores; menos, aun de los arquitectos y urbanistas. Carlos Zerpa prefiere instalar. Sitúa entonces los objetos elegidos fuera del tiempo y del espacio, en tanto selecciona objetos de muchos, tiempos y espacios, los yuxtapone estratégicamente y los somete a la mirada transubastanciadora del presente.

Los objetos se auto significan. Tienen un nombre, pero también testimonian un hecho o época, una raza o cultura, una religión o una realidad. Poseen

un valor de uso que llevan encima como una impronta indeleble. Realmente esta es indeleble, es apariencia y desaparece tan luego el objeto es descontextualizado y entra en pugna él con espacios extraños o contradictorios en busca de nuevas funciones y significados. En verdad no conocemos los objetos en sí. Apenas si percibimos las relaciones con sus similares, con su contexto y con unos sujetos que le imponen una función entre las extrañadas potencialmente por todo objeto. Así es como los objetos deambulan en el mundo de las funciones y de los significados. Sobre todo, en el arte. Recordemos los objetos que, como inquietantes enigmas, exhibían los surrealistas, los presentaos con desparpajo verista por los artistas Pop o los contravertores de los conceptos básicos del arte, tal como el urinario de Marcel Duchamp. Todos estos objetos van, de alguna manera, en contra del embellecimiento objetual, propio de los diseños, y los rebasan.

Zerpa descontextualiza también los objetos, pero para articularlos con otros y revelar en su totalidad realidades no-verbalizables. Inefables dirían los románticos. La articulación no es desde luego alegórica: aquella electora de objetos extraños entre si y unidos por el hilo de una idea, tal como nación, medicina o tecnología de algunos murales. Zerpa utiliza más bien la instalación expresiva y un tanto escenográfica. Ejemplos: Un altar con bandera, velas y periódicos, cuyos titulares aluden a Bolívar y a Venezuela, o bien otro, al caudillo desconocido. Estos pequeños altares adoptan un aire intelectual y denuncian, pero nunca llegan a la yuxtaposición Lautremontana (Un paraguas y una maquina de coser sobre una mesa de disección).

En algunas instalaciones, Zerpa se aproxima a las acumulaciones sin llegar a los extremos de Arman. Son sus vitrinas con fetiches y algunos objetos de magia. Ahora presenta obras que cabe denominar “narraciones objetuales”, por extensión y parentesco de narración semiótica, rótulo que hace unos años utilizara una crítica italiana para designar a las yuxtaposiciones de imágenes de pintores, tales como Barucello y Simonetti. Las narraciones objetuales son una suerte de caja de Pandora, ocultadoras aparentes de algo que debemos descubrir, pero que no es ni la esperanza del mito griego ni la agorafobia de que sufre Zerpa. Aquí el publico tiene mucho que ver y muchísimo mas que interpretar o significar.

Otras veces Zerpa, gusta exhibir, instalaciones en que vaga como alma en pena la mano humana. No la elogiada por Henri Focillon, en la creación de las imágenes. Enfrentamos propiamente el espíritu de la mano del marques de Sade o de Jack el destripador. Una mano invisible y agresiva, pero muy humana, refuncionaliza los objetos y los convierte en armas de placer erótico, incluyendo torturas. Son las extensiones de la mano olvidadas por Marshall McLuhan, en las que el publico puede imaginar múltiples usos sadomasoquistas.

En resumidas cuentas, Zerpa llama la atención sobre lo que está mas de los atractivos formales, con lo que los objetos son vestidos por la estética mercantil de los diseños.

Si Carlos Zerpa yuxtapone objetos cotidianos con el propósito de revelarnos, en forma sensitiva, realidades escondidas y no-discursibles, ¿hace lo mismo con sus acciones corporales?

El uso de objetos por los artistas visuales, nunca escandalizó. Pero tampoco ellos estuvieron de moda, como las acciones corporales. La diferencia los acompaño siempre. La adoración de los objetos por nuestras sociedades de consumo, explica esto. Otra cosa con las acciones, fueron blanco de aireados ataques. Todavía hoy en publico conservador, les reprocha el haber pasado de moda y carecer de sentido practicarlas. No quieren saber de la realidad. En todas partes del mundo aumentan la cantidad de artistas que las profesan. Incluso las nuevas generaciones las llevan encarnadas como una de sus más auténticos modos de expresión (recordemos el actual video musical) Lo importante ahora es el manejo de los lenguajes corporales, con su dosificación del tiempo que muestre virtudes sensitivas en la sucesión y yuxtaposición de gestos, movimientos, palabras, sonidos y objetos que integran el contenido. Siguen presentes las acciones conceptualistas de Marcel Duchamp, aunque hoy predomina la tendencia a poetizar una sucesión de símbolos. Entre esos extremos, el intelectual y el lirico, registramos atormentados expresionismos, obras de inspiración popular y regodeos lúdicos de buen humor.

Por ventura los artistas venezolanos de las recientes generaciones han sabido adoptar y desarrollar seminalmente las acciones corporales. Como un testimonio de vigor artístico de su ambiente cultural, los artistas jóvenes van contra corriente y oponen obra efímera a los triunfos del cientismo y demás objetualismos. Como resultado, distinguimos hoy en Venezuela, numerosos cultores de las acciones corporales, destacando un buen numero de ellos por la elevada calidad artística de sus obras y la seriedad y dedicación de sus búsquedas. Entre estos destaca Carlos Zerpa y el conjunto ejemplar en América Latina.

Las acciones corporales son hoy practicadas en casi todos los países latinoamericanos. En parte como protesta contra el comercio del arte y en parte como un antídoto de los males que aquejan a las manifestaciones objetuales y que son los mismos de la sociedad de consumo: sobrevaloración d los valores materiales en detrimento de los valores espirituales. El objeto ha sido fetichizado por ser cotizable y vendible. Siendo menester revalidar, como lo mas importante del hombre, el acto humano, en general, y la acción de la sensibilidad en particular. También encontramos aquí tendencias politizadas y contraculturales. Al lado de las dos actitudes radicales, están las de la inspiración popular, las del espíritu lúdico, las liricas y las intelectuales. Sea cual fuere la finalidad, sus obras apuntan a las necesidades y valores locales, sin preocupación por la ausencia internacional. Al fin y al cabo, son efímeras y a lo sumo registrables, transportables en forma de imágenes fotográficas, fílmicas o televisuales.

Las acciones de Carlos Zerpa se caracterizan por aludir a relidaes de su país, con el fin de desenmascarar sutilmente tabúes, fetichizaciones y prejuicios colectivos. Penetra en el pensamiento mítico y se centra en los mitos populares: los mágico-religiosos referentes a fetiches y curanderos; los ético-politicos como Patria y sus símbolos; los del sentimentalismo que se manifiesta en boleros y otros modos de expresiones de amor y de la tragedia, Su desenmascaramiento equivale a señalar la falsa conciencia que agobia al hombre; algunas veces a causa de la falta de educación. Lo cierto es que las mentalidades míticas son más fáciles de manipular por los medios masivos. De allí que, en una de sus acciones, Zerpa ofrezca la Coca Cola como sangre divina un curalotodo. En su aferramiento al mundo cosmológico, el hombre común y corriente cae en la idolatría, mientras el sentimentalismo lo impulsa al patrioterismo y a los nacionalismos xenofóbicos, después de hacerlo llorar por una madre soltera en las telenovelas. En realidad, las mayorías demográficas de todas partes del mundo, siguen fieles al pensamiento y al arte religioso, Son extraños todavía el arte profano denominado culto.

Desde el punto de vista de las formas, son tres las virtudes mas notorias de las acciones corporales de Carlos Zerpa. Primero. El suspenso que crea en el público al ir hilvanando los elementos. Posee una habilidad para manejar el tiempo. Segundo, la compenetración que logra en el uso publico de los lenguajes corporales. Es tan profundo y serio en el manejo de las cosas triviales, que nos convence de estar él, realizando las tareas mas importantes del mundo y nos contagia. No en vano en esta virtud destaca el alemán Joseph Beuys. Tercero, la variada sucesión de recursos estéticos (tropológicos y retóricos) al alternar e imbricar, contraponer y yuxtaponer la mordacidad y el chiste, la ironía y la seriedad, la violencia y la ternura, la palabra y el gesto, la rebeldía y la humildad.

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