martes, julio 11, 2006

Momentos de mucha oscuridad

Momentos de mucha oscuridad

“Hay quien quiso talar a nuestra cultura pero no tomó en cuenta a los retoños”

Yo no encuentro muchas luces a mi alrededor. Por eso no puedo más que calificar de oscuros a estos días. Vivimos momentos de mucha oscuridad. Aquí ya ni vemos ni nos vemos.Hay mucha gente del lado oscuro que hace gala de una cuota de poder bastante alta.
Y a esa gente no le interesa para nada la cultura. Si no les interesa el país, ¿cómo les va a interesar la cultura?
La cultura en Venezuela siempre ocupó la última gaveta del mueble. Hoy en día ni siquiera ocupa la última gaveta. Ni siquiera está debajo del mueble. Sencillamente no está.
A mí me da risa cuando se habla del cierre de los museos porque no hay dinero. El problema va más allá del dinero. Aún si dieran todo el dinero que necesitan los museos, el engranaje cultural no funcionaría. Y es que vivimos en días de negación total.
Hay amigos míos muy inteligentes, amigos que respeto, un respeto que por cierto voy perdiéndoles a pasos agigantados, que están como hipnotizados por esta mal llamada revolución cultural. Son personas que están aferrados a sus cargos, mendigando limosnas para mantener abiertas las puertas de los museos. ¿Es que acaso la importancia de un museo está en que simplemente pueda abrir sus puertas y pagarles a sus empleados las quincenas atrasadas? ¿Eso es un museo? -¿Qué dice de una sociedad el que se vea como una proeza el que los museos solamente abran sus puertas? ¿Qué dice de nosotros que ésa sea la mayor meta? -¿Qué dice de nosotros? De mí no dice nada. ¡De nosotros no dice nada! Yo no estoy allí reflejado, muchos no están allí reflejados. La cultura está viva. Los que están en esos puestos son personas que le han dado la espalda a la cultura.
Estos señores llegaron al bosque y lo talaron pensando que podían así arrasar con todo. Pero se equivocaron. El bosque aún no ha perdido su condición. Los árboles siguen siendo árboles. Son pequeños retoños que están al ras de la tierra pero ya pronto crecerán. Es cuestión de tiempo. Así defino el panorama actual: hay quien quiso talar a nuestra cultura pero no tomó en cuenta a los retoños.
Los museos siguen estando en su sitio y tarde o temprano volverán a su esencia, volverán a ser verdaderos museos. Un museo no es un mausoleo, un museo es algo vivo, entre sus paredes deben pasar cosas. Pero, ¡por favor! ¡Un museo no es para mostrar bonsai! Un museo debe ser un lugar de encuentro para el arte, para los artistas y para los amantes del arte. ¿Para qué sirve un museo que abre sus puertas y nadie lo visita? ¿Para qué sirve un museo en donde se respira incertidumbre, en donde se escucha el quejido de sus empleados, en donde todos se disculpan por no poder exhibir la colección por falta de presupuesto, en donde todos están parados a la espera de algo o de alguien.?
Lo del lado oscuro se podría haber sacado por algunas tesis del psicoanálisis, pero en mi caso les podría decir que lo saco más bien por el lado del comics e incluso de El lado oscuro de la luna, de Pink Floyd. Son muchas las raíces que pueden hallarse, pero lo seguro es que nadie puede negar que el presente venezolano tiene muchos agujeros negros. Lo seguro, lo certero, lo indiscutible es que nos falta oxígeno, que nos sentimos derrotados, nos sentimos cerca de un fin o yendo hacia él. Es una sensación general, todos estamos así. Es una parte de todos, el viejo yin y yang. Una parte buena y una mala. La parte buena tiene dentro una semilla del Mal, y el mal lleva en sí la semilla del Bien. No hay luz que alumbre mejor que la que está en la oscuridad. Lo que sucede es que todo este lado oscuro hoy en día tiene un poder que antes no manejaba. Yo no creo que hoy en día existan engañados.
El cuento de los engañados me lo creí entre comillas cuando las elecciones. La gente buscaba cambios. Pero yo ni siquiera en ese momento utilicé el cuento de los engañados para mí. Yo nunca creí en esto. Pero después de los acontecimientos del 11 de abril no puede existir en este país gente engañada. Puede seguir sí, hipnotizada. O lo que es peor, cómplice. No hay más. Que cada quien escoja. A mí el otro día me dijeron que este proceso tiene un pensamiento romántico. ¿Qué concepto del romanticismo, del romance, maneja esta gente? Yo no lo sé. Por eso cada vez es más difícil entablar un diálogo. Porque viven en un mundo de ficción.
Yo encuentro al slogan “Ni un paso atrás” maravilloso, porque lo interpreto no solamente con relación a Chávez sino también con lo que hemos vivido en los gobiernos adecos y copeyanos. Ni un paso atrás con todo lo de atrás.
Fíjense cómo son las cosas: años atrás, si cuestionábamos lo que se hacía éramos tildados de comunistas y de querer desestabilizar la democracia. Pero ahora es peor, ahora se habla de guerra civil. Es decir, que se nos está llevando a cambiar la palabra por una pistola. Me alarma que el Presidente hable de dar más dinero para la creación de más Círculos Bolivarianos, que quiere verlos en todas las universidades, liceos y espacios educativos. ¿Para qué? Para crear células de choque. Son gusanos para que se coman la fruta. Me han comentado que este tipo de infiltración está en todas partes, en la UCV, en el Instituto Armando Reverón. Yo no entiendo nada. Mucho menos el odio. Siempre existieron en nuestro país diferencias de clases pero no esta lucha de clases de la que solamente sale inmune es la delincuencia.
Cuando los sucesos de abril, ¿a quiénes saquearon? ¿Dónde se produjeron los saqueos? Al pueblo de Catia, a los vecinos de Catia. Necesitamos urgentemente que alguien nos explique este país. -¿Y mientras tanto qué? Las crisis no dan respiro. ¿Cómo se crea en ese ambiente? -Pero provocan la sinceridad.
El artista, el verdadero artista, trabajará siempre. No importa qué es lo que pase o deje de pasar fuera de su taller. Tú escribes un libro con sol o con lluvia. Lo haces y si no cuenta con receptividad no significa que sea malo. O al revés, si se vende de la noche a la mañana no significa que sea bueno. Pero ahí está. Es tu trabajo. La historia siempre demuestra quiénes son los artistas y quiénes no.
¿Qué importa que te reconozcan o no?
¿Qué importa contar con la entrega absoluta del otro?
Muchos se mueren y son reconocidos años después.
Díganme: ¿Qué importa que te reconozcan estando muerto si ni siquiera se percataron de tu presencia cuando vivías?
Lo importante es el día a día, el enfrentamiento diario con tu trabajo, contigo mismo, con lo que eres y con lo que puedes ser.

2 comentarios:

  1. Carlos, muchísimas gracias por el envío de estas reflexiones. No sé si por
    afinidad, pero para mí supone lo mejor que te he leído hasta ahora. Aunque
    el lamento lo centras en Venezuela, la problemática que planteas es
    universal; es más, el matiz diferenciador podría reducirse a una mera
    consonante final; Chávez/Cháves (este último, presidente del gobierno
    andaluz).

    Ayer tarde estuve tomando café con una vieja amiga a la que le perdí la
    pista hace ocho años, cuando se marchó de Sevilla en busca de otros
    derroteros profesionales menos humillantes que los de Andalucía (ella es
    organista, ya sabes: toca esas cosas enormes de la catedrales). Mi amiga, de
    visita, me comentó que la indiferencia no era un cáncer exclusivo de
    Andalucía (o incluso de España), sino que amargamente lo había podido
    constatar en los más diversos rincones del mundo. En el segundo café
    concluyó lacónicamente: "Los músicos somos unos inútiles sociales".

    Claro que si 'músicos' lo cambias por 'artistas' el despropósito no cambia.


    Saludos
    MANACHO


    ¿De qué sirve lo que uno crea? ¿Para qué intentar siquiera explicarle a nadie que la pintura no consiste en las manchas, la escultura en los
    volúmenes o la música en los sonidos, sino que lo que expresan es un
    pensamiento? ¿Para qué dispersar energías en este maremoto costumbrista, cuando la propia hiedra del embrutecimiento es abonada desde las mismísimas instituciones?

    Saludos
    MANACHO


    Carlos, lamento de verdad la situación política venezolana. Es más, lamento
    cualquier situación política. Por mi sobrevenida realidad anacoreta, lo
    único a lo que aspiro ya es a que me dejen en paz, a que se olviden de mí.
    Puede que lo que voy a decir a continuación suene a inconsciencia, a
    frivolidad o a desvarío mental, pero los regímenes totalitarios tienen una
    gran ventaja sobre la democracia: la esperanza, la esperanza de su fin.
    Porque cuando se acaba una dictadura ¿qué?, llega la democracia, ¿no? ¿Y en
    qué es lo que ésta se convierte cuando se asienta? Pues en el más angustioso
    de los regímenes opresores, pues cuenta con la coartada moral del sufragio
    universal (vulnerable y manipulable hasta la nausea): la burocracia; un
    sistema gobernado por mecanógrafos, contables, ilusionistas, paletos e
    incapaces, cuyo único entendimiento es estadístico. ¿Y dónde queda el Arte
    en la estadística? Sencillamente, no queda; ningún gráfico lo representa:
    aritméticamente no existe. Sólo hay lugar para el _Panem et circenses_, y
    con él para la desesperanza. En las dictaduras no se te permite hablar, y en
    las democracias da igual lo que digas, porque nadie te va a escuchar. Al fin
    y al cabo no sé que resulta más angustioso. No digo que sea deseable una
    dictadura --evidentemente--, sino que con la democracia llega la muerte de
    la esperanza y se instala el desconsuelo irreversible: ya no puedes
    esperanzarte en el futuro porque el futuro ya ha llegado, y con su negrura
    la falacia sibilina de los burócratas con la losa de plomo de su
    indiferencia. Así, la intolerancia es reemplazada por la indiferencia. ¿La
    solución? No hay solución. Si acaso el autismo.

    Porque no hay otro remedio, Manacho. Tú lo sabes y estás haciendo de abogado del diablo con la esperanza casi infantil de que te contestemos y te demos la solución. Pero como bien decías no hay solución...Digamos que no hay victoria posible, pero por eso no pienso rendirme y aceptar la derrota. David Hockney decía que no se cree el arte totalmente cínico y sin esperanza, el arte cargado de desesperación. Según él el arte debe proporcionar placer ante todo, pues por muy mal que estén las cosas, el mero hecho de crear (una melodía, una composición, un texto o lo que sea) presupone una esperanza, por muy pequeña que sea.

    Si te rindes te mueres, o lo que es lo mismo pasas a engrosar las filas de los que están ahí en frente, de los que hacen que esto siga así (por acción o por omisión). De los muertos en vida. Hay un poema de Cortázar que creo que expresa perfectamente esa sensación de volver a intentarlo, de volver a ponerse en pie y coger las fuerzas y la fe que te quedan para seguir adelante.

    "(Esto es un hombre: las fogatas que alzamos
    triangulando la noche,
    haciéndola de nuevo, aunque no dure.)"

    Para mí no hay otra opción, no es cuestión de coraje, de valentía ni de nada de eso...es cuestión de supervivencia. Si abandono definitivamente toda esperanza y la fe en que cuando trabajo hay algo más que telas, papeles y manchas de pintura me muero, me diluyo. Para mí la pintura es una herramienta de supervivencia, igual que lo fue para los asentamientos de Altamira. Es una disciplina, y en ese sentido entiendo perfectamente a Carlos Zerpa cuando habla de arte y artes marciales. En fin, sé que todo esto suena estúpido así verbalizado y racionalizado. Pero no pretendo explicarte nada que tú ya no sepas, tan sólo quería recordarlo. Y expresarte mi apoyo moral, espiritual y artístico. Pues creo que una derrota en este bando siempre será infinitamente más noble que una existencia anodina e indigna en el otro. Y no nos engañemos, en esta lista somos todos unos románticos. Aunque disimulamos bien.

    Fernando MR

    La democracia no existe, nunca ha existido y al paso que vamos tampoco existirá. Tampoco existe ningún Estado que realmente se interese en el arte, o en la ciencia o en la tecnología si no está relacionado con un bien de poder abiertamente declarado. No sólo quienes se dedican al arte se sienten desesperanzados y no consiguen despertar de la pesadilla, todas las personas con conciencia humana y un tanto despojados de ansiedad de poder lo sienten, sea cual sea su profesión o inclinación. De formas más o menos evidentes, la situación en el mundo es general, la pobreza y la represión, la ignorancia y el hambre son los mejores ejemplos de la globalización y eso no hay quien lo niegue. Pero la conciencia de las cosas y el conocimiento de probables caminos para cambiarlas nos debe obligar a actuar contra ellas, por duro o inútil que pudiera parecer. Por eso uno comprende y siente en carne el esfuerzo de Carlos, la desesperanza de la organista por nombrar ejemplos, pero ese conocimiento y sentir nos hace responsables para hacer algo, si nos limitamos todos a condoler y a cruzar los brazos, entonces realmente no hay camino. Y como la tarea es tan grande y la carga tan pesada, lo único que queda es ser hormiga, procurar uno para procurar al que está junto, hacer uno lo necesario para que la propia conciencia no tenga reclamo y si cada uno, cuando se levanta por la mañana y se mira en el espejo, se propone por ese día ser humanamente correcto y antes de dormir se consigue mirar sin reclamo, entonces estamos del otro lado, pero la única respuesta posible es uno mismo, sin miramientos y sin consentirse, juzgarse como juzgamos a los demás, y ponerse a chambear.
    Ya dicen el refrán que mal de muchos consuelo de tontos. Y no me gusta la idea de dormirme en la desesperanza, porque finalmente no voy a poder dormir tranquila si no he hecho lo que esté en mí para hacerlo diferente y si eso quiere decir pierde un dizque amigo, si eso quiere decir que la gente no te vea bien, si eso quiere decir no hagas más concesiones con el mundo, por duro que pueda ser, bienvenido, de otra forma, ¿cómo podría vivir uno con uno mismo, en la misma habitación y en el mismo cuerpo?

    Milena Saqui

    NO TE SALVES
    No te quedes inmóvil
    al borde del camino
    no congeles el júbilo
    no quieras con desgana
    no te salves ahora
    ni nunca
    no te salves
    no te llenes de calma
    no reserves del mundo
    sólo un rincón tranquilo
    no dejes caer los párpados
    pesados como juicios
    no te quedes sin labios
    no te duermas sin sueño
    no te pienses sin sangre
    no te juzgues sin tiempo

    pero si
    pese a todo
    no puedes evitarlo
    y congelas el júbilo
    y quieres con desgana
    y te salvas ahora
    y te llenas de calma
    y reservas del mundo
    sólo un rincón tranquilo
    y dejas caer los párpados
    pesados como juicios
    y te secas sin labios
    y te duermes sin sueño
    y te piensas sin sangre
    y te juzgas sin tiempo
    y te quedas inmóvil
    al borde del camino
    y te salvas
    entonces
    no te quedes conmigo.


    Mario Benedetti

    Siempre he querido morir en el sueño. Dormir y no
    despertar como modelo de muerte. Pero este deseo es
    fruto del miedo a vivir un enfrentamiento directo con
    la muerte. Una vez la muerte penetra en tu ser no
    puedes escapar a ella. Escapar del mundo que nos rodea
    no es más que un intento vanal por huir de la muerte,
    ese mundo que es el nuestro y del que renegamos porque
    ahoga toda manifestación vital. Pero es del mundo del
    que formamos parte, y con nuestra renuncia a
    integrarnos en él, a formar-lo, otros lo deforman.
    Soñar es hacer castillos de humo mientras otros
    construyen fortalezas de opresión con cuerpos cuyas
    conciencias previamente han mutilado. Sólo quedan los
    cuerpos, y cuando éstos se sienten humillados es
    cuando surgen los principios de la revolución. Sin
    sueños, sin conciencia, sin esperanza, pero con
    necesidades, con odio.
    Odio como manifestación individual, populismo como
    manifestación social. Entre ambos estados la fractura
    que deja ver los traumas: el terrorismo.
    El terrorismo tiene como objetivo el cuerpo, el
    populismo el alma: aquél nunca vence. El populismo es
    el modo racional de canalizar el odio de una sociedad:
    sus consecuencias, por irracionales, justifican sus
    actos en el seno de un mundo esquizoide. El desafío de
    nuestra época pasa por tratar de eliminar el populismo
    emergente una vez la semilla del odio se transmite a
    diario en las conciencias de la población. El arte no
    tiene nada que decir una vez el artista ha volcado
    todo su poder creativo en crear un mundo a su medida:
    su propio sueño. Con un arte abocado al sucidio, el
    mundo entra en la órbita de la muerte.
    Mi gato es la humanidad. Su satisfacción material me
    la agradece con afecto. El perro carece de voluntad,
    siempre es fiel. El gato sólo es fiel a su amo si éste
    muestra una preocupación constante hacia él. Hegel
    concibió la humanidad como un ente felino domesticado:
    como un gato. Pero el ser humano es único, y sus
    necesidades son únicas. Sin embargo existen pautas de
    conducta generales e invariables. Sólo en condiciones
    de extrema necesidad el artista es considerado como un
    modelo de salvación. Pero en ningún momento su arte es
    apreciado por sí mismo, sino por lo que han querido
    ver en él: el arte desafía el tiempo, en él se crea y
    se recrea. El arte desafía el tiempo porque es la
    espina dorsal de la humanida: tan relativo que hace
    historia. Un psicópata es un artista de la muerte. El
    terrorismo es la producción en cadena de la muerte. El
    terrorismo es kistch, nuestro mundo es kistch. ¿Por
    qué perseguir aquello que hemos creado? ¿Dónde está la
    cadena de la vida, dónde nace la cadena de la muerte?
    El arte desafía el tiempo y éste desafía al hombre.
    El presente continuo es la muerte del arte, pero es
    principio de la vida del hombre. Sólo cuando esta vida
    se encuentra amenazada el arte (en cualquier
    manifestación) se muestra como horizonte de esperanza.
    Pero esta esperanza no es intrínseca al acto de
    creación artística (que no es más que el impulso de
    creación vital de un sólo individuo o, muy discutible,
    un grupo de individuos), sino que le es condicionada
    como fruto de la desesperación. Un mundo desesperado
    busca auxilio en el arte en nombre de la revolución.
    Si camino por el monte y cojo una baya me limito a
    ejecutar el principio de subsistencia, si cojo dos
    genero economía. La revolución del nómada se ahogará
    en un grito al cielo por falta de lluvia y ausencia de
    bayas. La revolución del ser sedentario tiene
    objetivos más definidos. El verdadero arte es saber
    hacer crecer el árbol de las bayas. El resto,
    decisiones individuales de hacer frente a la vida.

    Sebastián Molinero

    ResponderBorrar
  2. Uno de los grandes problemas es que se diga que los venezolanos no tenemos cultura solo porque unos cuantos no tienen educación, el problema va más allá, es una cuestión de identidad y la identidad no puede catalogarse como buena ó mala, simplemente es lo que somos y listo.

    Saludos

    ResponderBorrar