Una semana “Eterna” con el hijo de la mejor amiga de mi madre.

Una semana “Eterna” con el hijo de la mejor amiga de mi madre.

Una semana que se había convertido en una eternidad con Armando, el hijo de la mejor amiga de mi madre, de hecho mi queridísima madre me llamó por teléfono y así sin anestesia me informó, que Armando llegaría a mi apartamento a las cuatro de la tarde y se pasaría una semana viviendo y compartiendo conmigo, cosa que en verdad no me causaba mucha alegría.
En verdad y para no hacerla larga, él se la pasaba o durmiendo, o comiendo, o viendo “Animal Planet” en la televisión, nunca contestaba el teléfono y cuando lo hacía se le olvidaba quien me había llamado, por eso prefería que ni lo tocara… A la semana mi nevera y despensa estaban vacías, porque si algo hacía este hombre, era comerse todo.
Justo el Sábado, o sea el tan esperado día antes de que se marchara de regreso a su ciudad, Armando andaba desnudo por la casa y al preguntarle la razón de su comportamiento me dijo: “Lo que pasa es que toda mi ropa está sucia y no pienso lavarla pues este acto se ha convertido en un verdadero circulo vicioso… Lavas la ropa, se ensucia, lavas la ropa, se ensucia, lavas la ropa, se ensucia y así hasta el infinito.Menos mal que yo usaba unas tallas más pequeñas que él, pues de esta manera me había liberado de que se pusiera mis pantalones y camisas.
El domingo en la mañana, yo mismo le llamé un taxi y me apresuré a hacerle su equipaje, se montó al automóvil comiéndose una crema blanca con una cucharilla directa de la lata, al montarse y ya listo para irse me comentó que ese yogurt no le gustaba mucho y que mejor eran los otros que se había comido antes con sabor a fresa… Al cerrar la puerta me di cuenta que lo que se estaba comiendo no era un yogurt si no la mantequilla.