AMARILLO
Mi amigo Héctor Fuenmayor, pintó todas las paredes de la sala Mendoza de amarillo, creo que esto lo hizo en el año 1972 y la presentó como obra conceptual.
El amarillo me gusta… El amarillo Nápoles de Frank Zappa y también de su yellow shark, el amarillo girasoles de Van Gogh, el amarillo de las grúas Caterpillar, el amarillo del huevo sancochado que nunca me cómo y el amarillo pollito que también puede ser de Pikachú, del patito de hule que nada en la bañera, de canario, y de Piolín, el amarillo número cinco que da susto, el color amarillo de azafrán, de el té de manzanilla y un tanto del curry… El amarillo del jugo de naranjas, el de los Simpson y también el del submarino de los Beatles. El amarillo de las pantaletas que se ponen el fin de año las mujeres para que les de suerte y todas las pieles del oriente de la raza amarilla y del picosísimo chile güero de Tijuana.
Pero esa noche de pronto el cielo se puso amarillo y lo que llovió esa noche fue dolor del cielo. En vez de gotas de agua llovieron alfileres y yo me acorde de Chuck Palahniuk de inmediato, con su lluvia de aguijones de abejas de franjas negras y amarillas.
Mi amigo Héctor Fuenmayor, pintó todas las paredes de la sala Mendoza de amarillo, creo que esto lo hizo en el año 1972 y la presentó como obra conceptual.
El amarillo me gusta… El amarillo Nápoles de Frank Zappa y también de su yellow shark, el amarillo girasoles de Van Gogh, el amarillo de las grúas Caterpillar, el amarillo del huevo sancochado que nunca me cómo y el amarillo pollito que también puede ser de Pikachú, del patito de hule que nada en la bañera, de canario, y de Piolín, el amarillo número cinco que da susto, el color amarillo de azafrán, de el té de manzanilla y un tanto del curry… El amarillo del jugo de naranjas, el de los Simpson y también el del submarino de los Beatles. El amarillo de las pantaletas que se ponen el fin de año las mujeres para que les de suerte y todas las pieles del oriente de la raza amarilla y del picosísimo chile güero de Tijuana.
Pero esa noche de pronto el cielo se puso amarillo y lo que llovió esa noche fue dolor del cielo. En vez de gotas de agua llovieron alfileres y yo me acorde de Chuck Palahniuk de inmediato, con su lluvia de aguijones de abejas de franjas negras y amarillas.
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