Otro carpintero, también
llamado José
Carlos Zerpa.
Pues sí, se llamaba José y era
carpintero, como aquel que vivía en Nazaret y fue padre del famoso Jesús.
Vivía en ese pequeño pueblo,
en una casa a las faldas de la montaña, en donde también tenía su carpintería. Lo
que más le gustaba era fabricar sillas, pero también por encargos, hacia mesas,
bancos, puertas y ventanas.
Al ser el único carpintero del
pueblo, también le encargaban la fabricación de los ataúdes, de la gente que
iba falleciendo. Estos tenían que realizarlos prácticamente contra reloj, y de
la medida exacta del recién fallecido, a quien te tomaba las medidas cuerpo presente.
El cuerpo del difunto al no existir
morgues, se lo llevaban a su casa y lo acostaban sobre una mesa. José entonces procedía
a tomarle las medidas al cadáver y poder así, realizar rápidamente la caja
mortuoria.
La tarde del primer miércoles le
llevaron el cuerpo de una niña de 8 años, que había fallecido por la mordedura
de una serpiente venenosa, para ser exacto, fue picada por una culebra macaurel.
El carpintero tomó las medidas
de la niña y procedió a realizar el ataúd de madera de jabillo, prácticamente lo
tuvo listo en apenas una hora. Pero esa tarde algo había salido mal,
inexplicablemente lo hizo 5 centímetros mas pequeño… Cosa rara, pues esto nunca
le había pasado, ya que era muy meticuloso en eso de las medidas y cálculos.
El problema era que ya no había
tiempo para construir otro y ni siquiera lo había, para agrandar ese y corregir
el error, pues la niña iba a ser velada y enterrada esa misma noche.
Jesús sin pensarlo dos veces
quebró los huesos de las piernas del cadáver, partió las tibias y perones, dobló
las piernas y las ajustó en el féretro.
Nunca imaginó que los
familiares vendrían al instante a recoger a la infanta, antes de que el
artesano pudiera poner la tapa del ataúd.
La niña permanecía como
doblada, con las piernas deformes dentro de la caja y así la encontraron. La indignación
no se hizo esperar, la rabia se hizo presente en los habitantes del pueblo, que
miraban atónitos lo que había sucedido.
Jesús era visto como un sacrílego
y una especie de Nosferatu.
La vida del carpintero, cambiaría
por completo para siempre, pues se tuvo que escapar esa misma noche del pueblo,
para no morir apaleado o recibir una pedrada o un disparo. Prácticamente se fue
huyendo en medio de la oscuridad de la noche.
Él perdió la credibilidad, la
confianza, su casa, sus herramientas, su gato y sus pocos amigos. Se fue a otro
pueblo, a otra ciudad u otro país, nadie lo sabe.
El pueblo se quedó sin
carpintero. Aún hoy en día lo recuerdan, como una especie de brujo, que, además
seguro tenía pactos con el diablo.
Nunca más se supo de él.