Con lentes y con un sombrero charro
por Iván Farías
En una enorme fotografía que estaba detrás de ellos se veía a un Carlos Zerpa jovencísimo, con lentes y con un sombrero charro, de esos que usan los turistas cuando van a Garibaldi. Obviamente estaba borracho, “noche de tequilas dijo cuando nos invitó a ir al Covadonga”. Noche de tequilas que fueron de cerveza y tortilla española. “Ya no los aguanto como ayer”, explicó, viéndonos con esos ojos fuertes, pero a la vez tranquilos y juguetones. Esos ojos que no han perdido la magia desde aquella foto en el Tenampa con los integrantes del NO–Grupo.
¿Quién es Carlos Zerpa?, podrían preguntar algunos. Carlos Zerpa es uno de los artistas latinoamericanos más influyentes de Latinoamérica. Él ha hecho todo dentro de las artes no objetuales: performance Art, instalaciones, ensamblajes, nueva pintura, arte sonoro. Además es parte de la comunidad Iberoamericana de Frank Zappa y de Bruce Lee. Y además pinta y escribe. Y todo lo hace bien. ¡Carajo!, me grité cuando vi sus obras. Además Zerpa es uno de los pocos artistas que vive en Venezuela y que no tiene miedo de expresar su opinión en contra del régimen tiránico del venezolano Hugo Chávez.
En la mesa del Covadonga, Zarpa nos explicaba cómo poco a poco se ha ido destruyendo lo poco que se había logrado en una Venezuela convulsa, la patria de sus amores. Zerpa vestía de negro, sus sienes pintadas de canas y en el pecho el escudo del fascismo, aquel de los martillos que caminaban en la mítica película The Wall.
Carlos Zerpa es un icono para muchos artistas no objetuales y un héroe para muchos otros, entre los que me incluyo.
Una anécdota es suficiente como para describirlo. Cuenta el crítico y artista Santiago Espinosa de los Monteros que cuando vivía en Venezuela invitó a Zerpa a una fiesta. Cuando ya se había ido hasta el último de los borrachos habituales, se dio cuenta que por todos lados había cuchillos incrustados: en el cereal, en el azúcar, en las puertas, en el café. Pinche Zerpa, dijo Santiago y el venezolano sólo emitió una sonora carcajada.
por Iván Farías
En una enorme fotografía que estaba detrás de ellos se veía a un Carlos Zerpa jovencísimo, con lentes y con un sombrero charro, de esos que usan los turistas cuando van a Garibaldi. Obviamente estaba borracho, “noche de tequilas dijo cuando nos invitó a ir al Covadonga”. Noche de tequilas que fueron de cerveza y tortilla española. “Ya no los aguanto como ayer”, explicó, viéndonos con esos ojos fuertes, pero a la vez tranquilos y juguetones. Esos ojos que no han perdido la magia desde aquella foto en el Tenampa con los integrantes del NO–Grupo.
¿Quién es Carlos Zerpa?, podrían preguntar algunos. Carlos Zerpa es uno de los artistas latinoamericanos más influyentes de Latinoamérica. Él ha hecho todo dentro de las artes no objetuales: performance Art, instalaciones, ensamblajes, nueva pintura, arte sonoro. Además es parte de la comunidad Iberoamericana de Frank Zappa y de Bruce Lee. Y además pinta y escribe. Y todo lo hace bien. ¡Carajo!, me grité cuando vi sus obras. Además Zerpa es uno de los pocos artistas que vive en Venezuela y que no tiene miedo de expresar su opinión en contra del régimen tiránico del venezolano Hugo Chávez.
En la mesa del Covadonga, Zarpa nos explicaba cómo poco a poco se ha ido destruyendo lo poco que se había logrado en una Venezuela convulsa, la patria de sus amores. Zerpa vestía de negro, sus sienes pintadas de canas y en el pecho el escudo del fascismo, aquel de los martillos que caminaban en la mítica película The Wall.
Carlos Zerpa es un icono para muchos artistas no objetuales y un héroe para muchos otros, entre los que me incluyo.
Una anécdota es suficiente como para describirlo. Cuenta el crítico y artista Santiago Espinosa de los Monteros que cuando vivía en Venezuela invitó a Zerpa a una fiesta. Cuando ya se había ido hasta el último de los borrachos habituales, se dio cuenta que por todos lados había cuchillos incrustados: en el cereal, en el azúcar, en las puertas, en el café. Pinche Zerpa, dijo Santiago y el venezolano sólo emitió una sonora carcajada.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario