EN LA ARENA DE MORELOS
CZ
La otra noche a la una de la madrugada llegué a mi apartamento en Nueva York, había cenado y me disponía entonces a ver un poco de televisión antes de dormir.
No hay nada más entretenido que jugar desde la cama a cambiar rápidamente los canales con un control remoto.
De repente, un personaje con una joroba exagerada apareció en la pantalla cubierto con una capucha negra, con un báculo en su mano derecha, la cara pintada de blanco y llevando con una cadena por el cuello a un hombre cubierto de un largo y rojizo pelaje, garras y dientes fieros, que se contorsionaba salvajemente cual hombre lobo.
Seis monjes encapuchados y con antorchas en sus manos transportaban un ataúd.
Otros seis hombres cual verdugos con capuchas negras y antorchas cargaban otro ataúd.
Al colocar los ataúdes sobre el piso, estos se abrieron repentinamente y de ellos salieron una momia y un monstruo verde.
Todos estábamos boquiabiertos, paralizados.
El presentador en smoking anunciaba:
A “Cuasimodo” de la tierra de Toulouse Lautrec
A “Aullido”, mitad hombre, mitad bestia
A “La Momia Azteca”, ruda y cruel
Y a “El Espectro” desde el fondo de las tinieblas
Aquí en la Arena de Morelos…
¿No es esto una maravilla?
CZ
La otra noche a la una de la madrugada llegué a mi apartamento en Nueva York, había cenado y me disponía entonces a ver un poco de televisión antes de dormir.
No hay nada más entretenido que jugar desde la cama a cambiar rápidamente los canales con un control remoto.
De repente, un personaje con una joroba exagerada apareció en la pantalla cubierto con una capucha negra, con un báculo en su mano derecha, la cara pintada de blanco y llevando con una cadena por el cuello a un hombre cubierto de un largo y rojizo pelaje, garras y dientes fieros, que se contorsionaba salvajemente cual hombre lobo.
Seis monjes encapuchados y con antorchas en sus manos transportaban un ataúd.
Otros seis hombres cual verdugos con capuchas negras y antorchas cargaban otro ataúd.
Al colocar los ataúdes sobre el piso, estos se abrieron repentinamente y de ellos salieron una momia y un monstruo verde.
Todos estábamos boquiabiertos, paralizados.
El presentador en smoking anunciaba:
A “Cuasimodo” de la tierra de Toulouse Lautrec
A “Aullido”, mitad hombre, mitad bestia
A “La Momia Azteca”, ruda y cruel
Y a “El Espectro” desde el fondo de las tinieblas
Aquí en la Arena de Morelos…
¿No es esto una maravilla?
No hay comentarios.:
Publicar un comentario