ZZ CARLOS ZERPA
El denominador común en la obra de Carlos Zerpa se encuentra en la sorpresa, el hallazgo y lo insólito. Pero no como un capricho sino como la resultante de una visión que sabe lo que busca y usualmente lo consigue: el desconcierto. ZZ Carlos Zerpa, la más reciente muestra del artista valenciano —que se puede ver en la Galería de Arte Ascaso de Las Mercedes, tras nueve años sin exponer en Caracas— se expresa en diferentes técnicas y formatos que conforman una colección heterogénea pero orgánica. Dibujo, manejo del color, ensamblaje e instalación se articulan a lo largo y ancho de esta propuesta diversa, minuciosa e impactante. Los espectadores nos sentimos desconcertados al principio —tal como es la intención del autor— pero al poco tiempo logramos estructurar el discurso de manera coherente. Valió la pena esperar para verla.
A propósito de ZZ Carlos Zerpa, el escritor Roberto Echeto planteó lo siguiente: “…es uno de los artistas venezolanos más reconocidos y más inquietos. Su obra nunca se ha limitado al dibujo, a la pintura, a la escultura, al collage, al ensamblaje, a la instalación o al performance. Nadie podrá decir con propiedad que Carlos es un pintor a secas, o un escultor a secas, o un performer a secas… Carlos es todo eso y más porque siempre ha expandido su capacidad creadora hacia varios lenguajes, incluidos el de las artes marciales, el del cine súper ocho, el del video, el del cómic, el de los piercings, el de los tatuajes, el del body art y el de los blogs (si no lo creen, entren a www.carloszerpa.blogspot.com. o a http://www.rasgadodeboca.blogspot.com/)”
Comparto plenamente la visión de Roberto pues si algo tiene esta exposición de Zerpa es su carácter heterogéneo, libertario, trasgresor de límites. Puedo identificar su amor por ciertos rasgos de la mexicanidad, su admiración por Frank Zappa o por la viuda Clicquot que presencia su arte, de la misma forma como admiro su técnica de dibujo —precisa y directa— que armoniza con una utilización agresiva del color en otras piezas. Las monedas, los relojes, las tijeras, las piezas de dominó, la tinta sobre el papel, una bicicleta bien dotada y todos los elementos que su imaginación provee. Trabajo arduo y preciso que se desparrama en diferentes direcciones.
Josefina Núnez, de la Galería de Arte Ascaso, presentó al artista en el catálogo de la exposición en estos términos: “Si algo define la obra de Carlos Zerpa, es que nos ubica frente a un continente de expresiones sagradas y profanas del vivir. Es vasto el universo que abarca, desde la materia de la que se vale para su creación, con la posibilidad de abordar sinceramente los infinitos sustratos temáticos, hasta la animosa confianza que les dispensa. Se apropia de aquellos aspectos íntimos que nos rodean y de los diversos órdenes espaciales y temporales que arman la gran cebolla histórica. Su sentido creador no discrimina posiciones opuestas, muy por el contrario, las muestra tan cerca como están una de la otra, con sus insólitas asociaciones en el día a día y su posibilidad de revelación permanente a través del arte. Selecciona objetos, íconos, tradiciones, signos, símbolos, una frase, un souvenir, un yesquero, una cinta de papel, un color, y los orquesta en el escenario de la obra. Todo se hace lenguaje y Zerpa arma su discurso permitiendo que cada elemento ocupe un lugar natural (sin hacerlo parecer lo que no es, sin adecuarlo a preconceptos aceptados). No reivindica, no provoca, recorta un fragmento del frondoso mundo y lo coloca en otra dimensión semántica. Podríamos entender esto como un quehacer postmodernista, pero es más una poética del espacio plástico, y en rigor, una práctica religiosa, si devolvemos al término su sentido primario, volver a ligar, a unir aquello que ha perdido su conexión fundamental «como alguien que al caer de los cielos con plena conciencia de su caída, mira atónito hacia todas las cosas», dijera Pessoa. Su disciplina se resiste a dejar por fuera aquello que puede mostrarnos, lo que se hizo invisible, privándonos de su luminosidad necesaria, aprehendiendo con el lenguaje, un segmento de la realidad, pescándolo de las honduras del olvido, sin medir a qué orden del mundo pertenece tal elemento o en qué archivo se encuentre catalogado. Un alto sentido de alegría, de gusto por el juego, se mezclan con una profunda sensibilidad intelectual.”
Nadie podría explicarlo mejor. Sólo me queda invitarlos a ver esta exposición muy particular que los va a sorprender.
LA FUERZA DE LA SORPRESA
Alfonso Molina
El denominador común en la obra de Carlos Zerpa se encuentra en la sorpresa, el hallazgo y lo insólito. Pero no como un capricho sino como la resultante de una visión que sabe lo que busca y usualmente lo consigue: el desconcierto. ZZ Carlos Zerpa, la más reciente muestra del artista valenciano —que se puede ver en la Galería de Arte Ascaso de Las Mercedes, tras nueve años sin exponer en Caracas— se expresa en diferentes técnicas y formatos que conforman una colección heterogénea pero orgánica. Dibujo, manejo del color, ensamblaje e instalación se articulan a lo largo y ancho de esta propuesta diversa, minuciosa e impactante. Los espectadores nos sentimos desconcertados al principio —tal como es la intención del autor— pero al poco tiempo logramos estructurar el discurso de manera coherente. Valió la pena esperar para verla.
A propósito de ZZ Carlos Zerpa, el escritor Roberto Echeto planteó lo siguiente: “…es uno de los artistas venezolanos más reconocidos y más inquietos. Su obra nunca se ha limitado al dibujo, a la pintura, a la escultura, al collage, al ensamblaje, a la instalación o al performance. Nadie podrá decir con propiedad que Carlos es un pintor a secas, o un escultor a secas, o un performer a secas… Carlos es todo eso y más porque siempre ha expandido su capacidad creadora hacia varios lenguajes, incluidos el de las artes marciales, el del cine súper ocho, el del video, el del cómic, el de los piercings, el de los tatuajes, el del body art y el de los blogs (si no lo creen, entren a www.carloszerpa.blogspot.com. o a http://www.rasgadodeboca.blogspot.com/)”
Comparto plenamente la visión de Roberto pues si algo tiene esta exposición de Zerpa es su carácter heterogéneo, libertario, trasgresor de límites. Puedo identificar su amor por ciertos rasgos de la mexicanidad, su admiración por Frank Zappa o por la viuda Clicquot que presencia su arte, de la misma forma como admiro su técnica de dibujo —precisa y directa— que armoniza con una utilización agresiva del color en otras piezas. Las monedas, los relojes, las tijeras, las piezas de dominó, la tinta sobre el papel, una bicicleta bien dotada y todos los elementos que su imaginación provee. Trabajo arduo y preciso que se desparrama en diferentes direcciones.
Josefina Núnez, de la Galería de Arte Ascaso, presentó al artista en el catálogo de la exposición en estos términos: “Si algo define la obra de Carlos Zerpa, es que nos ubica frente a un continente de expresiones sagradas y profanas del vivir. Es vasto el universo que abarca, desde la materia de la que se vale para su creación, con la posibilidad de abordar sinceramente los infinitos sustratos temáticos, hasta la animosa confianza que les dispensa. Se apropia de aquellos aspectos íntimos que nos rodean y de los diversos órdenes espaciales y temporales que arman la gran cebolla histórica. Su sentido creador no discrimina posiciones opuestas, muy por el contrario, las muestra tan cerca como están una de la otra, con sus insólitas asociaciones en el día a día y su posibilidad de revelación permanente a través del arte. Selecciona objetos, íconos, tradiciones, signos, símbolos, una frase, un souvenir, un yesquero, una cinta de papel, un color, y los orquesta en el escenario de la obra. Todo se hace lenguaje y Zerpa arma su discurso permitiendo que cada elemento ocupe un lugar natural (sin hacerlo parecer lo que no es, sin adecuarlo a preconceptos aceptados). No reivindica, no provoca, recorta un fragmento del frondoso mundo y lo coloca en otra dimensión semántica. Podríamos entender esto como un quehacer postmodernista, pero es más una poética del espacio plástico, y en rigor, una práctica religiosa, si devolvemos al término su sentido primario, volver a ligar, a unir aquello que ha perdido su conexión fundamental «como alguien que al caer de los cielos con plena conciencia de su caída, mira atónito hacia todas las cosas», dijera Pessoa. Su disciplina se resiste a dejar por fuera aquello que puede mostrarnos, lo que se hizo invisible, privándonos de su luminosidad necesaria, aprehendiendo con el lenguaje, un segmento de la realidad, pescándolo de las honduras del olvido, sin medir a qué orden del mundo pertenece tal elemento o en qué archivo se encuentre catalogado. Un alto sentido de alegría, de gusto por el juego, se mezclan con una profunda sensibilidad intelectual.”
Nadie podría explicarlo mejor. Sólo me queda invitarlos a ver esta exposición muy particular que los va a sorprender.