Detrás de la máscara -escribe Zerpa- está el ser humano
MARITZA JIMÉNEZ
EL UNIVERSAL
Fue en la librería Kalathos de Los Galpones, donde luchadores de tres generaciones se dieron cita este sábado para asistir a la presentación del libro El Dragón Chino. Cuando la lucha libre era de verdad verdad, del artista Carlos Zerpa. Una producción editorial de Libros del Fuego en la que este memorioso artista rinde homenaje a uno de sus héroes de infancia, el imbatible enmascarado que simbolizó uno de los espectáculos más populares de los años 60 y 70 en Venezuela.
Pero "la lucha libre lucha por volver", coincidieron estos gladiadores que aquí recordaron sus historias, competencias y premiaciones. Luis Celta, "El Androide", de la generación intermedia, está detrás de eso.
"Hay un movimiento de recuperación en las nuevas generaciones", afirmó Carrillo, cronista de esta disciplina que es deporte y show a la vez, recordando los orígenes de la lucha en Venezuela en el Palacio de los Deportes, y luego su paso como Catch as Catch Can, a las pantallas del canal 8, hasta que un decisión del presidente Caldera decretó su desaparición.
Los nombres de El Chiclayano, El Santo, Bassil Batah, El Gran Lotario, El Tigrito del Ring, entre otros, flotaban en el ambiente, mientras los rostros, desenmascarados, de los veteranos José Graterol, "El Gavilán"; William Mujica, "El Gran Mujica"; Francisco Rodríguez, "El Guanche Canario"; "El Rebelde Pérez", ostentando sus 80 años, y Orlando Hernández Zamora, "Mao Mao", daban muestra de su prolongada fortaleza.
A sus 36 años, "El Esbirro" habló del trabajo que realiza su generación para recuperar esta disciplina desde el gimnasio vertical de Quinta Crespo, donde han hecho seis eventos, y de sus maestros, "Chan Lee", quien le enseñó a caer, y "El Gavilán del Apure", a llevar la máscara.
El libro de Zerpa, edición a dos tintas, rojo para el texto y blanco y negro las fotografías, no es biográfico, sino un recorrido por la historia profesional del Dragón. "Hay que respetarles la máscara y su nombre como enmascarados", recalcó el artista, recordando el caso de "El Santo, el Enmascarado de Plata", en México, quien pidió ser enterrado con su máscara.
"Detrás de la máscara -escribe Zerpa- está el ser humano, muy privilegiado, ya que él es quien disfruta de los logros del personaje que ha creado".