Por: Artishock 11.10.2016
Carlos Zerpa: archivoabierto
ArchivoAbierto es el título tanto del proyecto iniciado por ABRA (Caracas) y ArtEncontrado sobre la obra del artista venezolano Carlos Zerpa, como de la primera exposición individual del artista venezolano. Un muestra en la que se reúnen objetos, artículos de prensa, fotografías, registros de acciones, documentos —entre otros— procedentes de su acervo personal y que dan cuenta de algunas de sus inquietudes creativas entre los años 1969 y 1997. En ese sentido, hacer visible el archivo de un artista de la importancia de Carlos Zerpa (1950) surge del interés por preservar y difundir el patrimonio y la memoria artística venezolana, así como de la necesidad de reflexionar sobre los procesos de trabajo de creadores de Venezuela que, como él, fueron catalogados de conceptuales, no-objetuales, performancistas, de ruptura o, simplemente, “no convencionales”.
La exhibición de un material de esta naturaleza apuesta por un ejercicio de valoración ampliada en el que se pongan de manifiesto no sólo su fragilidad y fortaleza, sino la multiplicidad de interpretaciones implícitas en los archivos de artistas. De igual modo, permite señalar la significación de este corpus en el tiempo, bien sea dentro de la trayectoria de cada uno o en el marco de la historia del arte venezolano, al hacer visibles las metodologías de investigación y producción de los creadores contemporáneos. Además, la exposición de un archivo en proceso revela la perentoria necesidad de contribuir con la memoria del arte de un país, a menudo tan desatendida. Al respecto, ArchivoAbierto representa el principal testimonio de una serie de procesos desarrollados por Zerpa a lo largo de más de 40 años de actividad artística. En tal sentido, ofrece una oportunidad privilegiada para acceder a un universo creativo a través del archivo; al mismo tiempo, constituye un espacio transformador que confronta la materialidad de la historia, en su carácter más originario, con las miradas del público.
Sabemos que los archivos de artistas son, en ocasiones, un cúmulo de páginas, objetos y artículos de prensa sin mayor organización; en otras, se trata de fondos clasificados mediante una lógica minuciosa y un obsesivo registro personal. Pues en el caso del ArchivoAbierto de Carlos Zerpa, se trata de un archivo construido a partir de dinámicas propias, a veces intuitivas y otras racionales, resultado de la recopilación sistemática de todo un cuerpo de trabajo y cuyo objetivo inicial ha sido, quizás, contener en el tiempo los vestigios materiales de algo que es efímero por naturaleza. Por ello resulta interesante apreciar hoy día el modo en que Zerpa —siguiendo su voluntad de acumular documentos que consideraba importantes— se vio en la necesidad de utilizar ciertos procedimientos archivísticos o apropiarse, desde el arte, de metodologías provenientes de la archivología para dar sustento visual y conceptual a la valoración de sus prácticas y de sus propias obras a través del tiempo. Tal es el caso de La Carpeta (1978), eje central de éste primer estudio de su obra.
ENTREVISTA A CARLOS ZERPA
Por Analy Trejo
Emprendo un viaje por carretera y con la mirada fija sobre el paisaje en movimiento, contemplo las ideas que se puedan desencadenar en una futura conversación. ¿Qué preguntas deben hacerse cuando estás a punto de establecer un primer encuentro? Siempre está la posibilidad de comenzar por el saludo, dar paso suelto y fluido a las palabras desde el acercamiento, aunque este último comenzara antes, con las aguas bebidas de las fuentes emanadas por un archivo que revitaliza la memoria y los tiempos ya transcurridos.
Conocer a alguien implica que esté vivo. Esa cualidad vital podría estar contenida en un objeto, en una fotografía, en una reseña, en un documento. La inagotable actividad que despliega un proceso creativo, donde el arte se hace forma de vida, también da cuenta de ello. He aquí el registro de una conversación que lo acredita.
Analy Trejo: Hablemos de los objetos que mostrarás en los espacios de ABRA Caracas. ¿Se trata de un archivo de obras que ya has expuesto o de objetos que has ido guardando y que no has mostrado nunca?
Carlos Zerpa: Cuando yo viví en Italia y estaba estudiando diseño, me interesé cada vez más por el mundo del arte conceptual. De hecho allí y bajo la tutoría de Bruno Munari empiezo a trabajar reciclando objetos, trabajando con fotografía, con cine súper 8, interviniendo diapositivas y películas, perforándolas, quemándolas y mostrándolas así. También comienzo a hacer performance art e inicio un trabajo que estaba muy vinculado al mail art y así, fui relacionándome con el mundo, con gente que hacía arte de correo, que hacía performance, y cuando regreso a Venezuela conozco aquí a otros artistas que tenían un camino muy parecido al mío. Continúo trabajando con ellos dentro de esta línea. Gente como Damaso Ogaz o Diego Barboza dentro del mundo del mail art; como Diego Rísquez, Julio Neri, Carlos Castillo, vinculados al cine súper 8; o como Pedro Terán, Jenny y Nan, Marco Antonio Ettedgui, e incluso el mismo Diego Rísquez, quienes hacían performance. De pronto, hablando con Luis Romero de la posibilidad de hacer una exposición surge la idea de abrir algunas cajas [guardadas por el artista] para ver que hay dentro de ellas. En esa época yo guardaba todo. Hoy día guardo muy poco, me fastidia mucho estar guardando archivos y cosas cuando todo se puede archivar digitalmente. Pero en esa época sí. En esas cajas estaban todos los catálogos, los afiches, las cosas que yo mandaba por correo, que yo recibía. Fotografías, videos, cine súper 8 de esos comienzos; también aparecieron todas esas cosas que yo hice en Italia cuando era todavía estudiante. Eso es un poco lo que se va a mostrar en ABRA.
Luis está trabajando en la curaduría de esta exposición que creo yo abarca de 1969/70 hasta 1997, haciendo énfasis en lo que te comento: mail art, fotografía polaroid, cartel, súper 8, video art.
AT: Hace un momento hablaste de Bruno Munari; estuve leyendo algunos artículos de prensa donde comentas que esta persona influyó inmensamente en esa visión que tienes de arte-vida. ¿Podrías contarme un poco sobre esto?
CZ: Bruno Munari —ya fallecido— es uno de los grandes artistas italianos, uno de los pioneros del diseño o de lo que podría definirse como diseño conceptual. Un tipo que decía “para qué imitar un rasgado si lo puedes hacer. Si voy a hacer un rasgado, yo rasgo la hoja y la pongo.” Yo me tragaba sus libros de “chamo” [adolescente]. Para mí, era el gran maestro, tenía todos los libros de él. Cuando me fui a estudiar diseño a Milán y entro a una clase donde el profesor que tengo es Bruno Munari, digo “¡Guau! ¿Bruno Munari me va a dar clases a mí?” Para cualquier diseñador, sus libros son esenciales. Es un gran pensador, en especial porque unió este mundo de las artes con el diseño, pero más en función del diseño y no tanto de las artes.
Bruno Munari pasó de ser un profesor a un amigo. Yo tuve una crisis fuerte en esa época. No había descubierto lo que luego descubrí: mi personalidad, esas muchas facetas que tengo como artista. Hoy en día podría estar dibujando y dentro de un mes estoy haciendo escultura con arcilla, y luego estoy pegando ganchos de colgar ropa para hacer unos objetos. Pero en esa época yo no lo sabía. Me angustiaba mucho, porque de pronto lo que estaba haciendo como arte no me gustaba y no le veía salida, estaba bloqueado.
Un día estaba tomando un café con Bruno Munari y estábamos hablando sobre eso, y él me preguntó: “Carlos, ¿tú no vives cerca de aquí? Muéstrame lo que estás haciendo” y se vino a la casa. Un tipo bello como son todos los grandes maestros. Mucha humildad. Era uno de los grandes, pero no ostentaba su sapiencia. Entonces, fuimos a la casa y estuvimos hablando y me dijo “Carlos, yo sé lo que te pasa, es sencillo. Tú no te has dado cuenta de que estás rodeado de tu obra de arte.” Entonces me señaló: “¿Qué tienes aquí?”, refiriéndose a un frasco en el que yo había metido una fotografía y a otros con granos de café, con una piedra, y una serie de cosas más. “Esta es tu obra, tu querrás pintar pero tu obra es esto y no te has dado cuenta, estas piedras enumeradas… esta es tu obra”; y bueno, ahí se me abrió una ventana enorme, porque empecé a hacer lo que después fueron las vitrinas (Cajas). Empecé a recoger cosas, conseguía gavetas que la gente botaba en la basura, o madera, y comencé a pegar allí unas piedras, una botella con una fotografía antigua, y así nacieron las vitrinas.
En ese momento fue como sí me abrieran los ojos y me dijeran “¡Hey, epa!”. Esto es algo que también he intentado hacer con mis estudiantes. Cuando yo daba clases, decía: “Mira, esta es tu puerta, voltea para allá”. Eso lo hizo Bruno Munari conmigo. Permitirme experimentar en cosas que yo jamás me hubiese imaginado.
Jamás en la vida llegue a imaginar que iba a tomar fotos, ni que iba a trabajar en cine súper 8, ni en video. Esas cosas se las debo, de verdad que sí. Tengo recuerdos muy bellos de él, como cuando antes de venirme a Venezuela, estábamos hablando de Italia y de revistas, y yo le dije: “En Venezuela no hay revistas de Diseño”, y él me dijo: “Bueno y ¿por qué no la haces tú?” Recuerdo que le pregunté: “¿Por qué las voy a hacer yo?” Y él me respondió: “Bueno, porque si no hay, y a ti te parece que hacen falta, hazlas tú.” Entonces, cuando llegué a Venezuela, hice una revista de diseño muy relacionada con [Gerhard] Leufert y surge de allí… de esa cosa que tú dices “¿tú quieres que pasen las cosas?, toma cartas en el asunto, porque si no, simplemente no van a pasar”. Por eso digo y siempre lo haré, Bruno Munari es uno de mis grandes maestros, porque me relacionó con el arte y la vida de una manera que sigo manteniendo hoy en día. Ver en una mancha no solamente una mancha en la pared, sino ver una batalla, un monstruo extraño, y sacarle provecho a estas cosas. Eso es.
AT: Vi recientemente un post tuyo en Facebook donde dices que estás participando en nueve exposiciones simultáneamente. ¿Cómo haces para sobrellevar la producción de lo que esto implica junto al proceso creativo de seguir generando obra?
CZ: Fíjate, a mí me invitan a muchísimas exposiciones y yo no participo en todas, yo las escojo. Escojo cosas puntuales, las que tengan seriedad. Es decir, que sea una muestra, no una “loquera”. Yo produzco mucha obra y la guardo. Si surge algo, yo tengo en donde meter la mano, es como el sombrero del mago. Tengo obra, ya está. Yo publiqué eso de las nueve exposiciones con base en el hecho de que un amigo me escribe: “Carlos ¿es verdad que Víctor Hugo Irazabal se murió?”, y yo le digo “Yo no sé si falleció, pero hace poco estaba mostrando, no recuerdo en dónde, creo que fue en la Sala Mendoza. No… vale, él está vivo, está activo.”
Yo tengo amigos que son artistas y no sé si estarán haciendo arte. Yo me imagino que sí, porque los artistas siempre estamos haciendo arte, pero no sé si están vivos o no. O sea, vivos como activos en el arte. Te hablo de mi generación, porque los jóvenes son más “pilas”, ellos saben resolver sus cosas, pero de mi generación… no lo sé. Oye, creo que me sobran dedos de las manos para contar a quienes, y me incluyo, estamos vivos, exponiendo y haciendo cosas. Somos poquitos. Entonces, yo digo “esto es cómo una fe de vida”: yo estoy vivo, estoy activo, estoy exponiendo. No tendré los museos, no tendré el apoyo del gobierno, ni lo quiero, pero yo sigo activo con mi vida artística. Yo estoy participando en nueve exposiciones en Venezuela, y de pronto puede ser como “echártela”. Pero no, no es “echártela”, es fe de vida. Yo estoy vivo, estoy activo, exponiendo y haciendo cosas.
AT: Y en medio de nuestros problemas contextuales, es también una forma de resistencia…
CZ: Es una forma de completa resistencia, tanto cultural como política. Estas cosas que están haciendo las galerías privadas, es asumir funciones que le corresponden a los museos. Esto que está haciendo Luis con su equipo es una exposición de museo.
A mí me interesa exponer, trabajar y participar con fuerza en espacios en donde la gente diga “«Coye», mira, aquí están pasando cosas; o sea, esta gente no está muerta, está gente está viva”… porque si uno desaparece, desapareces en un instante, y me pregunto: ¿te vas a dejar que te coma el problema del país? Yo no puedo echarme a morir, o sea yo tengo 66 años, soy un “abuelete” y seguiré activo. Me iré a morir después de los ochenta y pico de años, yo viejo no soy, tengo 66 años y tengo mi cabeza a millón en relación a la creación. Yo voy a seguir creando como lo hizo Miró, como lo hizo Picasso, como lo hizo el maestro Abreu, hasta el mismo Soto. Fíjate como está Cruz Diez, viejito y trabajando, inventando locura. Esa es la belleza de la vida del artista. Si no, uno se muere. Es eso, si yo no hago arte ¿qué hago?, es que ni me lo imagino, si es que eso soy yo…