Metiendo mano: Carlos Zerpa y el Señor Conejo en CDMX
por Fedosy Santaella
Ahí está el Señor Conejo, al fondo de la Galería Metropolitana de la UAM. Quien sabe de dónde ha venido caminando. En la Roma no es raro que esté, la colonia ha visto de todo y ha sido de todo, desde un barrio de clase alta a principios del siglo XX, por allá por los tiempos finales del porfiriato, hasta el refugio de un par de dementes geniales como Jack Kerouac y Williams Burroughs. Acá, en un apartamento del 122 de la calle Monterrey, Burroughs jugó borracho a hacer de Guillermo Tell, le puso a su mujer un vaso en equilibrio sobre la cabeza, luego le disparó y la mató accidentalmente. Así que no tiene nada de particular que me digas que el Señor Conejo anduvo por la Roma Norte y luego se instaló al fondo de esta galería. Allá está, rodeado de treinta y siete trabajos del artista plástico Carlos Zerpa, que constituyen la exposición Metiendo mano. La cuenta es así: quince pinturas en gran formato, algunas de hasta cuatro metros, cuatro esculturas/ensamblajes, siete dibujos, acrílicos sobre papel, un video y una instalación, nada más y nada menos que el mismísimo Señor Conejo como campeón mundial de boxeo de la WBC.
¿Qué es meter mano?
Podríamos preguntarle al Señor Conejo. O quizás a Zerpa. Meter mano, nos dirá el Señor Conejo —o míster Zerpa— es ante todo un juego, el de los novios o los amantes, un gesto de gozo. Juegan al juego de meterse mano las parejas o los tríos (o más) mientras se besan. Se tocan, se acarician, se aprietan, se excitan, se ponen calientes. Meter mano tiene incluso mucho de acto subversivo, de desafío a la decencia social: los novios adolescentes se meten mano a escondidas, en el autobús, en la fiestita, en el cuarto dizque mientras estudian. Eso sí, el que mete mano agarra de todo. También, en los mercados municipales de Venezuela, los vendedores gritaban, «Meta la mano, meta la mano…», y tú hurgabas entre los productos, metías la mano a ver qué te llevabas.
Esto es lo que hace Carlos Zerpa con el arte: busca, encuentra (se apropia) del inabarcable espectro de la cultura popular, en su también inabarcable gama cromática, intensa y estallada, espacio abigarrado y fascinante donde cohabitan, según las necesidades expresivas de Zerpa, la lucha libre, las artes marciales, el boxeo, la moderna y la antigua cultura mexicana de la muerte, la salsa, el Avispón verde y el actor Danny Trejo. Zerpa, sí, mete mano, roba, recicla libros de artes marciales, carátulas de discos, etiquetas de frascos curativos, lotería mexicana, sellos de kárate, barajas españolas, imágenes de tatuajes, gozándolo todo, divirtiéndose en un juego artístico de maestro excepcional.
El Señor Conejo esa criatura enigmática de unos dos metros de altura, también se divierte. En esta oportunidad, Zerpa le ha puesto guantes de boxeo de dieciséis libras, unos pantaloncitos de muay thai y un cinturón de campeón en el que lucen los rostros de Saúl Álvarez “El Canelo” y Julio César Chávez.
En la entrada, dentro de una vitrina, descubrimos un tesoro: los “lujosos” machetes de boda de Danny Trejo, un par de cuchillos medianos forrados de bisutería que simulan perlas y otras gemas. El trabajo pertenece a algunos de los que Zerpa ha empezado a trabajar durante su reciente estadía en México, así como un círculo de trece panderetas blancas (compradas en mercado popular) con imágenes en negro de luchadores enmascarados tanto de México como de Venezuela, y el tambor lleno de calaveritas a manera de tzompantli (altar de antiguas culturas mesoamericanas donde se empalaban las cabezas de los cautivos sacrificados).
Algunos otros ejemplos del juego de la apropiación, del arte de meter mano, son la pintura inspirada en el logotipo de la famosa serie El avispón verde, que, por el lado de la pasión de Zerpa por las artes marciales, nos lleva a pensar en Bruce Lee, el famoso Kato, asistente y chofer del héroe elegante. También está la apropiación en el homenaje que hace el artista a la portada del disco Metiendo mano (1977), el primer disco juntos de Rubén Blandes y Willy Colón, donde Blades aparece como boxeador y Colón como su entrenador, alzándole la mano.
Pero la mirada no se resiste, y volvemos otra vez al Señor Conejo, parado allá al fondo, una especie de dios tutelar del universo Zerpa, mágico, surrealista y ultra realista este universo, atravesado de una narrativa de aventuras valientes, de héroes viriles, forzudos y equilibrados en el espíritu gracias a la disciplina del cuerpo, que es también la de la mente.
El homenaje, el kitsch y el apropiacionismo están presentes en esta exposición del venezolano Carlos Zerpa, quien lleva poco tiempo establecido en México, pero que, desde mucho antes, tiene fuertes lazos con el país que lo recibe. Su relación con México, tal como él mismo cuenta, es larga: “Mi infancia está marcada por México. Crecí con los suplementos de El charrito de oro, Memin Pinguin y Tawa. El primer rock and roll que escuché fue de grupos mexicanos, Los Teen Tops y Los Hooligans. El Santo el Enmascarado de Plata, Blue Demon, Rayo de Jalisco y Huracán Ramírez fueron mis héroes infantiles”.
Sin duda, el intercambio cultural entre México y Venezuela —o de México con el resto del mundo— siempre ha sido constante y vigoroso. El Señor Conejo, de hecho, habrá andado por la Roma en estos días, pero en realidad el Señor Conejo viene de Venezuela; así que, ya para cerrar, dejo esta anécdota. Así me la contó Carlos Zerpa.
“Ahora el conejo es mi pana”, comenta Zerpa hoy en día.
El conejo en cuestión era del famoso mago venezolano Henry, el Gran Henry. Una vez, Zerpa pasó por la tienda del mago, que quedaba en Sabana Grande, y vio al conejo en la vitrina. Quiso comprarlo para incorporarlo a su exposición Espinas de Acero. Los hijos del mago, encargados de la tienda, no se lo quisieron vender porque era parte de la historia de su padre y un atractivo importante para el negocio. Zerpa insistió y finalmente se reunió con el mago. Le explicó el trabajo artístico que pensaba hacer con el conejo, y el mago entonces cedió y ordenó que metieran al conejo (luego Señor Conejo) en una caja. Se lo vendió, le explicó, porque un día él iba morir y seguramente el conejo terminaría en la basura. Así que, antes de que la muerte le llegara, él prefería pasárselo a Zerpa, para que así, su particular mascota siguiera recorriendo los caminos del mundo. “Ahora el conejo es mi pana”, comenta Zerpa hoy en día.
Fedosy Santaella (Venezuela, 1970) es escritor, Lic. en Letras por la Universidad Central de Venezuela. Ha publicado libros de poesía, relatos, novelas y cuentos infantiles. Entre los reconocimientos más recientes que ha recibido se encuentran el premio internacional Novela Corta Ciudad de Barbastro (2016, España), y obtuvo mención de honor en poesía en la I Bienal Eugenio Montejo (Venezuela). @fedosy.
Más sobre Carlos Zerpa
Exposición Metiendo Mano, Carlos Zerpa. Galería Metropolitana de la UAM, CMDX. Abierta del 5 de diciembre al 29 de marzo de 2020.