Carlos Zerpa Instala y Actúa
Juan Acha
México Abril 1984
Catálogo de la exposición
GRRR, de Carlos Zerpa en el Museo de Bellas Artes de Caracas Venezuela 1985.
Muchas de las actuaciones de
este artista nos cautivaron. También nos atrajo la oposición complementaria de
sus dos manifestaciones artísticas. Decimos principales, porque Carlos Zerpa es
también diseñador gráfico y de esa actividad vive y extrae energías y medios
para sus dos disidencias que el viene alternando desde hace algunos años sus
instalaciones puramente objetuales y sus acciones corporales y escenificadas.
Toda una voluntad de hacer visibles elementos, del pensamiento mítico de su
realidad colectiva, atraviesa lo más tangible y denotativo de los objetos y lo más
efímero y connotativo de los lenguajes corporales. Los mitos populares sin
faltar los religiosos, animan el trasfondo de las acciones, mientras objetos
invocan fetichizaciones consumistas, dejan sentir nostalgias surrealistas y su
criptica organización o sintaxis nos suscitan interpretaciones personales y
riesgosas, después de movilizar nuestra imaginación creadora.
Sus instalaciones van de las
cajas a las ambientaciones, pasando por los escenarios de sus acciones. Todas
ellas pobladas de objetos diarios, obedecen a una estructuración apretada y
generosa en dignificaciones. La mayoría de los artistas visuales, prefieren
permanecer en la tradición y producen objetos. Para el efecto utilizan
imágenes, palabras y sonidos y expresan y se expresan, presentan o invocan
realidades, incluyendo las biográficas. Otros como Zerpa, optan por elegir
objetos entre los existentes y con ellos representan realidades intangibles, ya
sea en la soledad de un “Ready Made” o en las acumulaciones de cosas del diario
vivir. No se trata desde luego de las acumulaciones eurítmicas y utilitarias de
los escenógrafos o decoradores de interiores; tampoco de los escaparatistas o
ambientadores; menos, aun de los arquitectos y urbanistas. Carlos Zerpa
prefiere instalar. Sitúa entonces los objetos elegidos fuera del tiempo y del
espacio, en tanto selecciona objetos de muchos, tiempos y espacios, los
yuxtapone estratégicamente y los somete a la mirada transubastanciadora del
presente.
Los objetos se auto significan.
Tienen un nombre, pero también testimonian un hecho o época, una raza o
cultura, una religión o una realidad. Poseen
un valor de uso que llevan
encima como una impronta indeleble. Realmente esta es indeleble, es apariencia
y desaparece tan luego el objeto es descontextualizado y entra en pugna él con
espacios extraños o contradictorios en busca de nuevas funciones y
significados. En verdad no conocemos los objetos en sí. Apenas si percibimos
las relaciones con sus similares, con su contexto y con unos sujetos que le
imponen una función entre las extrañadas potencialmente por todo objeto. Así es
como los objetos deambulan en el mundo de las funciones y de los significados.
Sobre todo, en el arte. Recordemos los objetos que, como inquietantes enigmas,
exhibían los surrealistas, los presentaos con desparpajo verista por los
artistas Pop o los contravertores de los conceptos básicos del arte, tal como
el urinario de Marcel Duchamp. Todos estos objetos van, de alguna manera, en
contra del embellecimiento objetual, propio de los diseños, y los rebasan.
Zerpa descontextualiza también
los objetos, pero para articularlos con otros y revelar en su totalidad
realidades no-verbalizables. Inefables dirían los románticos. La articulación
no es desde luego alegórica: aquella electora de objetos extraños entre si y
unidos por el hilo de una idea, tal como nación, medicina o tecnología de
algunos murales. Zerpa utiliza más bien la instalación expresiva y un tanto
escenográfica. Ejemplos: Un altar con bandera, velas y periódicos, cuyos
titulares aluden a Bolívar y a Venezuela, o bien otro, al caudillo desconocido.
Estos pequeños altares adoptan un aire intelectual y denuncian, pero nunca
llegan a la yuxtaposición Lautremontana (Un paraguas y una maquina de coser
sobre una mesa de disección).
En algunas instalaciones,
Zerpa se aproxima a las acumulaciones sin llegar a los extremos de Arman. Son
sus vitrinas con fetiches y algunos objetos de magia. Ahora presenta obras que
cabe denominar “narraciones objetuales”, por extensión y parentesco de
narración semiótica, rótulo que hace unos años utilizara una crítica italiana
para designar a las yuxtaposiciones de imágenes de pintores, tales como
Barucello y Simonetti. Las narraciones objetuales son una suerte de caja de
Pandora, ocultadoras aparentes de algo que debemos descubrir, pero que no es ni
la esperanza del mito griego ni la agorafobia de que sufre Zerpa. Aquí el
publico tiene mucho que ver y muchísimo mas que interpretar o significar.
Otras veces Zerpa, gusta exhibir,
instalaciones en que vaga como alma en pena la mano humana. No la elogiada por Henri
Focillon, en la creación de las imágenes. Enfrentamos propiamente el espíritu
de la mano del marques de Sade o de Jack el destripador. Una mano invisible y
agresiva, pero muy humana, refuncionaliza los objetos y los convierte en armas
de placer erótico, incluyendo torturas. Son las extensiones de la mano
olvidadas por Marshall McLuhan, en las que el publico puede imaginar múltiples
usos sadomasoquistas.
En resumidas cuentas, Zerpa
llama la atención sobre lo que está mas de los atractivos formales, con lo que
los objetos son vestidos por la estética mercantil de los diseños.
Si Carlos Zerpa yuxtapone
objetos cotidianos con el propósito de revelarnos, en forma sensitiva,
realidades escondidas y no-discursibles, ¿hace lo mismo con sus acciones
corporales?
El uso de objetos por los
artistas visuales, nunca escandalizó. Pero tampoco ellos estuvieron de moda,
como las acciones corporales. La diferencia los acompaño siempre. La adoración
de los objetos por nuestras sociedades de consumo, explica esto. Otra cosa con
las acciones, fueron blanco de aireados ataques. Todavía hoy en publico
conservador, les reprocha el haber pasado de moda y carecer de sentido
practicarlas. No quieren saber de la realidad. En todas partes del mundo
aumentan la cantidad de artistas que las profesan. Incluso las nuevas
generaciones las llevan encarnadas como una de sus más auténticos modos de
expresión (recordemos el actual video musical) Lo importante ahora es el manejo
de los lenguajes corporales, con su dosificación del tiempo que muestre
virtudes sensitivas en la sucesión y yuxtaposición de gestos, movimientos,
palabras, sonidos y objetos que integran el contenido. Siguen presentes las
acciones conceptualistas de Marcel Duchamp, aunque hoy predomina la tendencia a
poetizar una sucesión de símbolos. Entre esos extremos, el intelectual y el
lirico, registramos atormentados expresionismos, obras de inspiración popular y
regodeos lúdicos de buen humor.
Por ventura los artistas
venezolanos de las recientes generaciones han sabido adoptar y desarrollar
seminalmente las acciones corporales. Como un testimonio de vigor artístico de
su ambiente cultural, los artistas jóvenes van contra corriente y oponen obra efímera
a los triunfos del cientismo y demás objetualismos. Como resultado,
distinguimos hoy en Venezuela, numerosos cultores de las acciones corporales,
destacando un buen numero de ellos por la elevada calidad artística de sus
obras y la seriedad y dedicación de sus búsquedas. Entre estos destaca Carlos Zerpa
y el conjunto ejemplar en América Latina.
Las acciones corporales son
hoy practicadas en casi todos los países latinoamericanos. En parte como
protesta contra el comercio del arte y en parte como un antídoto de los males
que aquejan a las manifestaciones objetuales y que son los mismos de la
sociedad de consumo: sobrevaloración d los valores materiales en detrimento de
los valores espirituales. El objeto ha sido fetichizado por ser cotizable y
vendible. Siendo menester revalidar, como lo mas importante del hombre, el acto
humano, en general, y la acción de la sensibilidad en particular. También
encontramos aquí tendencias politizadas y contraculturales. Al lado de las dos
actitudes radicales, están las de la inspiración popular, las del espíritu lúdico,
las liricas y las intelectuales. Sea cual fuere la finalidad, sus obras apuntan
a las necesidades y valores locales, sin preocupación por la ausencia
internacional. Al fin y al cabo, son efímeras y a lo sumo registrables,
transportables en forma de imágenes fotográficas, fílmicas o televisuales.
Las acciones de Carlos Zerpa
se caracterizan por aludir a relidaes de su país, con el fin de desenmascarar
sutilmente tabúes, fetichizaciones y prejuicios colectivos. Penetra en el pensamiento
mítico y se centra en los mitos populares: los mágico-religiosos referentes a
fetiches y curanderos; los ético-politicos como Patria y sus símbolos; los del
sentimentalismo que se manifiesta en boleros y otros modos de expresiones de
amor y de la tragedia, Su desenmascaramiento equivale a señalar la falsa
conciencia que agobia al hombre; algunas veces a causa de la falta de educación.
Lo cierto es que las mentalidades míticas son más fáciles de manipular por los
medios masivos. De allí que, en una de sus acciones, Zerpa ofrezca la Coca Cola
como sangre divina un curalotodo. En su aferramiento al mundo cosmológico, el
hombre común y corriente cae en la idolatría, mientras el sentimentalismo lo
impulsa al patrioterismo y a los nacionalismos xenofóbicos, después de hacerlo
llorar por una madre soltera en las telenovelas. En realidad, las mayorías demográficas
de todas partes del mundo, siguen fieles al pensamiento y al arte religioso,
Son extraños todavía el arte profano denominado culto.
Desde el punto de vista de las
formas, son tres las virtudes mas notorias de las acciones corporales de Carlos
Zerpa. Primero. El suspenso que crea en el público al ir hilvanando los
elementos. Posee una habilidad para manejar el tiempo. Segundo, la compenetración
que logra en el uso publico de los lenguajes corporales. Es tan profundo y
serio en el manejo de las cosas triviales, que nos convence de estar él,
realizando las tareas mas importantes del mundo y nos contagia. No en vano en
esta virtud destaca el alemán Joseph Beuys. Tercero, la variada sucesión de recursos
estéticos (tropológicos y retóricos) al alternar e imbricar, contraponer y
yuxtaponer la mordacidad y el chiste, la ironía y la seriedad, la violencia y
la ternura, la palabra y el gesto, la rebeldía y la humildad.