PIENSE, PENSAR ES LO MEJOR. CARLOS ZERPA
Por Costanza De Rogatis
Hacia finales de los años setenta, Carlos Zerpa es invitado a participar en la Primera exposición internacional de Art-Door en la ciudad de Recife, Brasil, por el artista brasileño de arte urbano y postal Paulo Bruscky. Art-Door –un juego de palabras entre billboard y outdoor (valla y exterior, respectivamente)– fue un proyecto ideado y convocado en 1978 por Bruscky y Daniel Santiago, concretado como muestra al aire libre en 1981, y ampliado posteriormente con una segunda edición en 1982. La propuesta, buscaba convertir el paisaje urbano de Recife en una extensa galería de arte, a través de las más de 180 intervenciones en vallas publicitarias realizadas por artistas participantes de 25 países del mundo. Contó con el apoyo de la alcaldía de la ciudad brasileña –a pesar de la dictadura militar– y requirió del permiso de la Policía Federal para su realización.
La estrategia del arte postal fue el móvil generador y posibilitador del proyecto, pues la invitación a los artistas, creada por Bruscky, fue enviada por correo a la red de contactos que trabajaban con Arte postal –entre ellos, Zerpa– registrados en su archivo personal, integrado por 3000 entradas. De igual modo, los artistas participantes expidieron sus propuestas por correspondencia, lo que convierte a esta iniciativa en un interesante proceso de cuestionamiento de los lugares de circulación de la obra de arte, no sólo porque de manera efectiva fue entregada a través del correo, sino porque estas piezas fueron instaladas en espacios de tránsito, fuera del circuito museístico, en dispositivos pensados para la comercialización de productos de consumo, las vallas, durante un período de control de la información, el régimen dictatorial.
Art-Door fue pues, una declaración de intenciones, al permitirle a la obra la libertad de circular y ocupar espacios tradicionalmente no vinculados con el arte, buscando contrarrestar la prisa en el consumo de imágenes, privilegiada por la publicidad, oponiendo a ella la lentitud de la contemplación o reflexión generada por el arte.
Carlos Zerpa participó con la propuesta Piense, pensar es lo mejor (1978), una intervención que retoma dos aspectos de las campañas publicitarias de Pepsi-Cola: por una parte, el imagotipo del producto para la época, conservando el logotipo y cambiando el texto “Pepsi” por “Piense”, y por la otra, la frase “Pepsi es el sabor del amor” –slogan de algunos anuncios de finales de los setenta en Venezuela,–convertida en “pensar es lo mejor”. Haciendo uso del humor, Zerpa aborda nuevamente las estrategias iconoclastas empleadas en todos sus trabajos –contra la soberanía de la imaginería religiosa o las figuras patrióticas– y que en este caso se dirigen a cuestionar el embelesamiento producido por los productos de consumo masivos y los mensajes utilizados por la publicidad para su comercialización. Un llamado al despertar de la razón frente al adormecimiento ejercido por las “dulces” estrategias del mercado.
El logotipo intervenido junto a la frase Piense…, sería convertido posteriormente por el artista en un sello de goma para estampar con tinta morada, que utilizaría en diversas piezas de arte postal y xerox art.
Zerpa responde a una segunda convocatoria de Paulo Bruscky para una de las ediciones posteriores de Art-Door en Recife, (una exposición que sin embargo no llega a concretarse), con la pieza La carnada, en la que un pez pavón ingiere una botella de gaseosa.
Carlos Zerpa articula Piense… como un homenaje a su amigo, el artista colombiano Antonio Caro, reinterpretando las célebres obras en las que la tipografía de la marca Coca-Cola, fue empleada para escribir el nombre Colombia sobre diversos soportes alusivos a banderas, en un cuestionamiento de la influencia económica y cultural de la maquinaria estadounidense sobre el país neogranadino.
Como rastro sugestivo y premonitorio de estas iniciativas de intervención urbana para Art-Door –pero también de aquellas futuras– una fotografía del archivo personal del joven Zerpa, aparece hoy reinsertada en su archivo de artista. La imagen de un adolescente sentado en el banco de una calle, mientras revela los dibujos sobre el respaldar: una mujer desnuda; un hombre sentado en un inodoro; personajes variados vinculados al mundo del rock. Algunas intervenciones ulteriores con tinta, dibujan símbolos de paz sobre el muchacho y los personajes. En la cara posterior de la imagen, se lee una dedicatoria: “Salomón Arráez. Banco pintado por Carlos Zerpa: la mano del genio pintor se posa sobre su gran obra; es la del reloj. 28-12-69”.
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