Museo de Arte Moderno de Medellin - Colombia
No-objetualismos. Hacia un pensamiento visual independiente
En 1972 apareció por primera vez en la esfera pública el término “no-objetualismo”. El crítico peruano Juan Acha, quien se había autoexiliado en Ciudad de México desde finales de abril, publicaba en noviembre una de sus columnas en el suplemento cultural Diorama del periódico Excélsior, dando luz a la idea de lo no-objetual. Desde sus últimos años en Perú estaba tratando de señalar los cambios de las artes visuales luego de un proceso de radicalización que buscaba romper las estructuras de la modernidad dentro de la realidad artística y social de América Latina. Este intento por definir una compleja amalgama de experiencias –que por entonces se agruparon bajo el signo de la vanguardia– fue el punto de partida para que, a lo largo de la década, las apariciones del no-objetualismo ocurrieran en una modulación con diferentes debates de la escena artística de la región.
Curaduría: Jorge Lopera
LocationSala A
CalendarDel 02 de octubre 2024 al 16 de febrero del 2025
Artistas y colectivos:
Grupo Março, Marta Minujin y Leopoldo
Maler, Yeni y Nan, Carlos Echeverry, Antonio Caro, Gloria Gómez Sánchez, Grupo
CADA, Teresa Burga y Marie France Cathelat, Felipe Ehrenberg, Álvaro Barrios,
Álvaro Herazo, Alfonso Suárez, Antonio Iginio Caro, Delfina Bernal, Eduardo
Hernández, Gilles Charalambos, Ida Esbra, Jonier Marín, Jorge Ortiz, Rosa
Navarro, María Evelia Marmolejo, Sandra Llano-Mejía, Carlos Zerpa, Luis
Villamizar, Carmela Gross, Anna Bella Geiger, Pedro Terán, Claudio Perna, Diego
Barboza, Emilio Hernández Saavedra, Lotty Rosenfeld, Magali Lara, Julián
Posada, María Rodríguez, Jorge Eduardo Eielson, Marco Antonio Ettedgui, Yvonne
von Mollendorf, Rolando Peña, Cildo Meireles, Equipo TRansHisTor(ia), No-Grupo,
Polvo de gallina negra, Adolfo Bernal, Grupo Proceso Pentágono, Signo x Signo,
Antonio Días, Ulises Carrión, Alonso Castrillón, Rodrigo Castaño, (Hersúa,
Helen Escobedo, Federico Silva, Sebastián, Mathias Goeritz), David Escobar y
Ana Sofía Buriticá, Wallace Masuko y Ana María Montenegro.
Algunos de estos debates se ocuparon de las tensiones entre la vanguardia y el subdesarrollo, la relación entre el arte y la cultura popular, las exploraciones estéticas que condujeron a lo que hoy conocemos como arte contemporáneo, las búsquedas identitarias sobre lo latinoamericano, las transformaciones urbanas detonadas por la migración del campo a las ciudades o el lugar de la tecnología y los medios masivos de comunicación en las nuevas configuraciones sociales y sus correlatos estéticos. A diferencia de lo que se cree, el no-objetualismo no fue una expresión denominativa desde América Latina para lo que se conoció en los centros hegemónicos del hemisferio norte bajo la etiqueta de arte conceptual. Fue un término que tuvo en su base la búsqueda de lo que Acha denominó como un pensamiento visual independiente, es decir, un tipo de visualidad que mirara la realidad local replanteando la participación y la presencia del público a través de diferentes mecanismos sensitivos.
El no-objetualismo agrupó lenguajes tan heterogéneos como los geometrismos, la gráfica política, el arte ambiental, de acción y de procesos, la escultura transitable en espacios públicos, las experiencias efímeras, el uso de los medios de comunicación, las actitudes conceptuales o la articulación con la tecnología. Estas nuevas formas de participación social de las artes visuales modificaron las convencionales formas de producción, distribución y consumo, algo que, para Acha, era fundamental ante la necesidad de un cambio de mentalidad capaz de conducir a una transformación de la sensibilidad y lograr, así, un cambio político.
Esta exposición presenta una relectura de los largos años setenta en América Latina –una época que comienza desde mediados de la década anterior y se extiende hasta comienzos de los años ochenta–, signada por fuertes replanteamientos dentro del campo artístico. Las obras aquí presentes invitan a mirar este lapso temporal desde coordenadas que recuperan la especificidad de sus debates y el momento histórico que atravesaron. El humor, la denuncia política, el juego y lo lúdico, la disolución del arte en la vida cotidiana, o la experiencia urbana como síntoma de nuevas subjetividades fueron asuntos que interpelaron directamente la realidad social de nuestra región.
Es común encontrar en esta selección de obras, críticas al
colonialismo y la intervención norteamericana, la demanda de una consciencia
ecológica, las relaciones con los feminismos o las articulaciones con las
luchas populares. Así, la muestra recorre producciones que estuvieron presentes
en la formulación del término a comienzos de los años setenta, pero que sigue
su genealogía hasta uno de los momentos de mayor agitación del no-objetualismo:
el Primer Coloquio Latinoamericano sobre Arte No-objetual y Arte Urbano,
realizado, justamente, en el Museo de Arte Moderno de Medellín en 1981. Además
de incluir algunas piezas que hacen parte del itinerario del término, primero
en el pensamiento de Juan Acha y luego en las perspectivas regionales de la
crítica de arte que coincidieron en el Coloquio de Arte No-objetual, la muestra
intenta extrapolar el término hacia otras obras del periodo que bien podrían
dialogar con la perspectiva que propuso el no-objetualismo como forma de
emancipación visual.
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