CZ
Ya de regreso del hospital con 7 puntos de sutura en su frente y con quemaduras de tercer grado controladas con antibióticos y cremas regeneradoras, nuestro amigo regresa a su casa.
Va manejando pues su esposa no sabe hacerlo, va lento pues la incomodidad y el dolor es de tal magnitud en su entrepierna, que el conducir el auto se le hace de una gran dificultad.
Pero va tranquilo, sabe que no contraerá rabia por la mordedura que la rata le hizo en su frente y que a pesar de lo doloroso de las quemaduras en su entrepierna, se recuperará con descanso y cremitas en cuestión de unos cuatro meses.
A medio camino casi al llegar a la urbanización comienza a llover muy fuerte de un segundo al otro, como dicen, “Llueven perros y gatos”,
La señora Mendoza va en su automóvil hacia la panadería, va a comprar pan, queso, leche y una botella familiar de coca cola, la lluvia la sorprende en el camino, va como lerda, como apendejada pues las pastillas de “Lexotanil” que le recetó su médico para la angustia le dan mucho sueño.
Un tanto dopada intenta pintarse los labios utilizando el espejo retrovisor, pues no quiere llegar a ningún lado sin gota de maquillaje, todo se puede perder menos el glamur.
Al comenzar a pintarse los labios, el lápiz labial se le cae de la mano y rueda hacia el piso entre el acelerador y el freno, ella se agacha un poco a buscarlo sin perder la visibilidad del manejo e intentando descubrirlo a tientas con la punta de sus dedos.
La lluvia, la poca visibilidad, el lápiz labial en el piso, el descontrol, el “Lexotaníl” y quien sabe que otras cosas hacen que el auto se salga de su carril e ingrese al canal de regreso en esta estrecha calle de doble vía.
El impacto fue de pronóstico, del lado del conductor frente a frente contra el auto que venía en sentido contrario.
Nuestro amigo tocó fuertemente la bocina del auto, gritó se orilló, se salió hacia la derecha lo máximo que pudo para evitar el eminente encuentro entre los dos autos, pues vio con terror como un carro en sentido contrario se metía en su canal y lo embestía.
El impacto fue de pronóstico, del lado del conductor frente a frente contra el auto que venía en sentido contrario.
La señora Mendoza salió de su carro y solo dijo “Me quedé como dormida…Perdón… ¿les pasó algo?”
La esposa de nuestro amigo como una fiera le gritó cosas horribles y la insultó bajo la lluvia…. Nuestro amigo estaba desmayado sobre el volante de su carro.
Al poco rato llegó la ambulancia con los paramédicos, la policía de tránsito terrestre, la policía, las grúas, los amigos, los familiares, todo era un caos bajo la lluvia, las dos mujeres lloraban y los enfermeros se llevaban en una camilla a nuestro amigo, empapados con el torrencial aguacero.
Una entrada a emergencia a la unidad de terapia intensiva y como saldo, dos costillas rotas, el fémur izquierdo quebrado, heridas fuertes en su nariz, otros puntos de sutura de nuevo en la frente, un resfriado por la lluvia y un desconcierto total de nuevo en su vida.
El automóvil quedo inservible, ya es chatarra, no se pueden imaginar como no hay muertos en este brutal choque, como dicen los mecánicos “Fue pérdida total”
Ni su auto ni el de la señora estaban asegurados, así que nadie paga los choques, aunque ella dice que va a intentar pagarle los daños y la clínica.
Al día siguiente en otra ambulancia llegó él a su casa. Sin dudas este choque será otro gran misterio que sumará a la mordida de la rata y que también lo perseguirá por el resto de su vida, quizás cosas de brujería o del destino, otro suceso que lo seguiría marcando para siempre como un espécimen de esos que atraen la mala suerte, porque de esto comentan todas sus amistades y familiares.
Ahora a él lo llaman “El mala suerte”.
Va manejando pues su esposa no sabe hacerlo, va lento pues la incomodidad y el dolor es de tal magnitud en su entrepierna, que el conducir el auto se le hace de una gran dificultad.
Pero va tranquilo, sabe que no contraerá rabia por la mordedura que la rata le hizo en su frente y que a pesar de lo doloroso de las quemaduras en su entrepierna, se recuperará con descanso y cremitas en cuestión de unos cuatro meses.
A medio camino casi al llegar a la urbanización comienza a llover muy fuerte de un segundo al otro, como dicen, “Llueven perros y gatos”,
La señora Mendoza va en su automóvil hacia la panadería, va a comprar pan, queso, leche y una botella familiar de coca cola, la lluvia la sorprende en el camino, va como lerda, como apendejada pues las pastillas de “Lexotanil” que le recetó su médico para la angustia le dan mucho sueño.
Un tanto dopada intenta pintarse los labios utilizando el espejo retrovisor, pues no quiere llegar a ningún lado sin gota de maquillaje, todo se puede perder menos el glamur.
Al comenzar a pintarse los labios, el lápiz labial se le cae de la mano y rueda hacia el piso entre el acelerador y el freno, ella se agacha un poco a buscarlo sin perder la visibilidad del manejo e intentando descubrirlo a tientas con la punta de sus dedos.
La lluvia, la poca visibilidad, el lápiz labial en el piso, el descontrol, el “Lexotaníl” y quien sabe que otras cosas hacen que el auto se salga de su carril e ingrese al canal de regreso en esta estrecha calle de doble vía.
El impacto fue de pronóstico, del lado del conductor frente a frente contra el auto que venía en sentido contrario.
Nuestro amigo tocó fuertemente la bocina del auto, gritó se orilló, se salió hacia la derecha lo máximo que pudo para evitar el eminente encuentro entre los dos autos, pues vio con terror como un carro en sentido contrario se metía en su canal y lo embestía.
El impacto fue de pronóstico, del lado del conductor frente a frente contra el auto que venía en sentido contrario.
La señora Mendoza salió de su carro y solo dijo “Me quedé como dormida…Perdón… ¿les pasó algo?”
La esposa de nuestro amigo como una fiera le gritó cosas horribles y la insultó bajo la lluvia…. Nuestro amigo estaba desmayado sobre el volante de su carro.
Al poco rato llegó la ambulancia con los paramédicos, la policía de tránsito terrestre, la policía, las grúas, los amigos, los familiares, todo era un caos bajo la lluvia, las dos mujeres lloraban y los enfermeros se llevaban en una camilla a nuestro amigo, empapados con el torrencial aguacero.
Una entrada a emergencia a la unidad de terapia intensiva y como saldo, dos costillas rotas, el fémur izquierdo quebrado, heridas fuertes en su nariz, otros puntos de sutura de nuevo en la frente, un resfriado por la lluvia y un desconcierto total de nuevo en su vida.
El automóvil quedo inservible, ya es chatarra, no se pueden imaginar como no hay muertos en este brutal choque, como dicen los mecánicos “Fue pérdida total”
Ni su auto ni el de la señora estaban asegurados, así que nadie paga los choques, aunque ella dice que va a intentar pagarle los daños y la clínica.
Al día siguiente en otra ambulancia llegó él a su casa. Sin dudas este choque será otro gran misterio que sumará a la mordida de la rata y que también lo perseguirá por el resto de su vida, quizás cosas de brujería o del destino, otro suceso que lo seguiría marcando para siempre como un espécimen de esos que atraen la mala suerte, porque de esto comentan todas sus amistades y familiares.
Ahora a él lo llaman “El mala suerte”.