Vendiendo pupú
Carlos Zerpa
UNO
No sé en qué película vi, hace muchos años una escena de lo más divertida. Se trataba de una casa familiar de esas en las que viven muchas personas bajo el mismo techo. Bueno, el caso es que la señora de la casa pone a una niñita de unos cuatro años, en el medio de la sala, a hacer pupú en una bacinilla y la deja sola mientras se va a la cocina a preparar el desayuno. En eso aparece un hombre joven, quizás el tío o un primo, quita a la niñita de su asiento, se sienta él y defeca en el envase. A poco se pone de pie y la cámara enfoca un “mojón” enorme, verdaderamente exagerado en su tamaño. Luego el hombre sienta de nuevo a la niñita y sale de escena. La madre regresa de la cocina y va a revisar si su niña al fin hizo pupú y al levantarla descubre con estupor el enorme “mojón” que parece una trompa de elefante y se queda con la boca abierta de lo que salió de los intestinos de su pequeña niña.
DOS
Un malabarista en la entrada del metro hace malabares lanzando tres pelotas entre sus manos, girándolas en el aire, a la vez que anuncia a voz herida en su pregón: “Compre las peloticas adivinadoras, compre las peloticas adivinadoras”. La gente que sale del metro se le queda viendo y uno de ellos le pregunta cuánto cuestan esas peloticas adivinadoras, a lo que responde el vendedor, “Cinco Bolívares cada una”. Envuelve en papel parafinado una de ellas y se la da a un hombre, quien a su vez le da un billete de 5 para pagar su compra. La agarra, da unos pasos, destapa el envoltorio y ve una albóndiga marrón cubierta de talco. Esa pelota mórbida que acaba de comprar se le pega a los dedos, la huele y exclama, “¡¡¡Pero esto es pupú!!!”, a lo que el vendedor responde en voz alta, “OOOOOTROOOOO QUE ADIVINOOOOOÓ… Compre la pelotica adivinadora, compre la pelotica adivinadora”.
TRES
Durante todo el año he estado guardando los potecitos vacíos de vidrio de las compotas de frutas Gerber para bebés. Se los he pedido a mi hermana que alimenta en las mañanas, con ellos, a su hijito. Tengo un coñazo de envases a los cuales les he quitado la etiqueta y los he limpiado con jabón en polvo y cloro hasta dejarlos como nuevos. Los he estado llenando con mi propio pupú, día a día y los he metido en el congelador para que se mantuvieran sin corromperse. Es como una versión criolla de la “Merda d´ Artista”, magistral trabajo del artista italiano Piero Manzonni…Conservata al naturale, prodotta e inscatolata.
CUATRO
Ayer en la noche y por recomendación de una amiga medio bruja, hice un círculo de pólvora gris con azufre de unos dos metros, un gran aro en el piso del balcón de mi apartamento y luego me senté en el medio de éste. Ella me dijo que era para la prosperidad, para cortar la mala suerte y comenzar nuevos negocios que me traerían mucho dinero, para lo que ellos llaman “expurgar”, es decir limpiar, romper hechizos del mal de ojo y cualquier tipo de magia realizada sobre mi persona por gente envidiosa. Ella me dijo que el ruido y olor de la pólvora con azufre, sacudiría mi aura y la limpiaría de “adherencias astrales”.
Como les dije, me senté en el medio del círculo y encendí la pólvora con un fósforo e invoqué el espíritu de mi abuelo paterno, que fue un buen comerciante y zasssssss, la pólvora cogió candela rápidamente elevando una cortina de humo alrededor mío. Sentí como que me desmayaba y, en efecto, me desmayé. Al despertarme me dolía la cabeza, tenía achicharrado parte del cabello, con calva incluso. Descubrí que las baldosas del piso estaban quemadas, que el techo estaba chamuscado y que se quedarían así por más que intentara limpiarlos con solventes, como recuerdo del ritual acontecido.
CINCO
Bueno aquí estoy con la mitad del cabello quemado y el resto en melena despeinada, vestido completamente de blanco como si yo fuese un Babalao, con un collar de lágrimas de San Pedro, de pie detrás de mi puesto de venta, al que le he incorporado música de Rubén Blades y los Cinco del Solar.
“Dió la respuesta que hoy se ha vuelto
Una leyenda por la barriada
Tú te lo pipí, Tu te lo pipí
Tú te lo pi-pierdes
Por ser tan hija’e pupú”.
La mercancía que vendo, está sobre una mesita alargada cubierta con un mantel blanco, tengo de hecho una fuerte presencia en este fabuloso bazar navideño al que me han invitado los Hermanos Chang.
SEPAN QUE YO VENDO PUPÚ.
1- Ofrezco un Mojón ENORME, que parece una trompa de elefante, ya fosilizado, que se asoma desde adentro de una bacinilla rosada con una imagen de “Hello Kitty”. Es una pieza única y de colección.
2- Vendo unas cajitas de cartulina doble faz, hechas por mí mismo y que contienen, una albóndiga marrón de pupú del tamaño de una pelota de ping/pong, cubierta de talco. De estas tengo unas cuarenta y se ven muy bien juntas, me recuerdan a los besitos de coco.
3- Exhibo también para la venta, más de cincuenta frascos de compotas llenos de pupú, son una verdadera curiosidad, parecen “Marrón Glacé” o “Nutella”, este trabajo tiene escrito en marcador dorado, de mi puño y letra las iniciales PM (en honor a Piero Manzoni) y el nombre con que he designado esta obra de arte, pues lo que he llamado “Merda Creole”.
Y ya, de esto se trata, como ya les dije yo vendo pupú, pero no un pupú cualquiera, pase usted adelante, haga sus compras, más barato nadie, pague dos y lleve tres… Recuerden que estamos en Navidad.