Apuntes sobre el Sr. Conejo.
Luis Romero y Carlos Zerpa
Con notas de Fedosy Santaella, Lucila Morales y Milena Saqui.
Venezuela - México
2012 – 2023
Hay una historia bonita
con ese conejo y como se quiso venir conmigo
Carlos Zerpa
Era el conejo de un mago
llamado “El Gran Henrry”, lo acompañaba en todos sus actos. Ese mago venezolano
al que yo veía de niño en la televisión.
Un día, cuando iba pasando
por el bulevar de Sabana Grande en Caracas, casualmente, vi en una tienda de
magia a un conejo gigante (mide dos metros de alto) que en seguida me cautivó
por la “buena energía” que desprendía.
Me tomé una “selfie” con
el conejo y me salí de la tienda.
Caminé media cuadra y me
paré en seco, pues me di cuenta que tenía que comprarlo, en verdad quise
comprárselo al dueño de la tienda, al mago Henry, el más famoso ilusionista
venezolano, para incorporarlo a mi próxima exposición "Espinas de
Acero", en la galería “D´Museo” de Caracas, di unos pasos, pero me regresé
a comprarlo, pero no lo vendían, pues era el conejo del mago, su compañero de
magia durante muchos años y no estaba a la venta, ya que formaba parte de su
acto de magia y además era un atractivo para la tienda.
Entonces, me reuní con el
mago y le expliqué todo lo que quería hacer con el conejo, hablamos y hablamos
y hablamos.
Le dije que me acompañaría
en mis exposiciones en las galerías y museos, que estaría a la entrada de la
FIA, la feria internacional de Arte de Caracas, que viajaría conmigo por toda
Venezuela y también por el extranjero.
Entonces, el “Mago Henry”
le dijo a su ayudante o a su hijo, que lo metiera en una caja y me lo vendiera.
Supo que conmigo seguiría
viviendo y supo que apenas él, como mago muriera, iba el conejo, a terminar
metido en una caja, en un depósito y se quedaría ahí olvidado.
De hecho, el "Mago Henry", falleció en el año 2024, hablé con su hijo que tambien es mago y me dijo que su papá recordaba todo ese encuentro amistoso entre él, el Conejo y conmigo, que estaba feliz de habermeelo legado y saber que el Sr. Conejo estaba muy activo, haciendo de las suyas. Porque travieso es. Descanse en paz "Mago Henry" el Conejo está en buenas manos o quizas sea yo quien está en las manos peludas de él. ¡¡¡Hummmm!!!
MUY CARO me lo vendió,
pero me lo vendió y desde entonces el Señor Conejo me acompaña como un
personaje y como un proceso creativo en sí mismo.
Y listo, cobró vida el Sr.
Conejo, ahora es mi pana y vive aquí en mi casa, ahora es una obra de arte y
anda a media noche en una motocicleta, trepado a una escalera, paseando en el
metro o seduciendo conejitas.
Ahora lleva pantalones de
muay thai (boxeo tailandés), guantes de 16 libras y un cinturón de campeón
mundial de boxeo, con los rostros de Saúl Álvarez “El Canelo” y Julio César
Chávez.
Ese Conejo es mi amigo, casi mi alter ego y se vino a vivir a México conmigo, ahí está sentado en el sofá de mi sala, esa es la historia, así de sencilla.
Luis Romero.
Mientras yo
bajaba a toda carrera, lo vi subiendo despacio las escaleras, casi ausente,
bueno, ¿Quién era? ¿Qué hacía a esa hora de la noche, en el viejo edificio
donde vivía con mi novia?
Yo iba a la calle, el entraba...
Luis Romero.
El encuentro fue
real, ¿en verdad conversó conmigo o era un sueño? ¿y él en vigilia?
No estoy seguro y todavía su recuerdo me atormenta, su imagen de estrella fugaz está presente en ese rincón de nuestra casa
Luis Romero, nos
habla del Sr. Conejo.
Sentada en su
silla de ruedas, en silencio, apenas lo mira.
La macula en sus
ojos tampoco se lo permitiría
Lo conoce en
detalle, vestido de blanco siempre, caminando dos o tres pasos siempre, al lado
de ella.
La acompaña en la
larga noche de los últimos años, sin intercambiar saludos o señas.
Lo conoce en detalle, vestido de blanco siempre.
Luis Romero.
Sentado, ¿espera?
Ha violado normas
y batallado abiertamente, desgarrado mucosas, masticado cartílagos, desgraciado
almas.
No quedan rastros
en sus manos y brazos, ha lavado la sangre.
Ya no grita
Su garganta está
seca,
Su pie blanco
armiño y sus pestañas negras ébano.
Le pesa la
soledad de los muertos
No clama.
Tiene un boquete
en la mitad del esternón y por ahí se derrama su voz y su tiempo.
¿espera?
Cuenta las
espinas de acero que perdió en la refriega.
Sentada en su
silla de ruedas, en silencio, apenas lo mira, la macula en sus ojos tampoco se
lo permitiría, lo conoce en detalle.
Vestido de blanco
siempre, caminando dos o tres pasos siempre al lado de ella
la acompaña en la
larga noche de los últimos años, sin intercambiar saludos o señas.
Lo conoce en detalle, vestido de blanco siempre.
Fedosy Santaella
Ahí está el Señor
Conejo, al fondo de la Galería Metropolitana de la UAM. Quien sabe de dónde ha
venido caminando. En la Roma no es raro que esté, la colonia ha visto de todo y
ha sido de todo, desde un barrio de clase alta a principios del siglo XX, por
allá por los tiempos finales del porfiriato, hasta el refugio de un par de
dementes geniales como Jack Kerouac y Williams Burroughs. Acá, en un apartamento
del 122 de la calle Monterrey, Burroughs jugó borracho a hacer de Guillermo
Tell, le puso a su mujer un vaso en equilibrio sobre la cabeza, luego le
disparó y la mató accidentalmente. Así que no tiene nada de particular que me
digas que el Señor Conejo anduvo por la Roma Norte y luego se instaló al fondo
de esta galería.
El Señor Conejo esa criatura enigmática de unos dos metros de altura, también se divierte. En esta oportunidad, Zerpa le ha puesto guantes de boxeo de dieciséis libras, unos pantaloncitos de muay thai y un cinturón de campeón en el que lucen los rostros de Saúl Álvarez “El Canelo” y Julio César Chávez.
Carlos Zerpa
Confieso que los
paseos, por la casa, del Señor Conejo, a media noche, me ponían lo pelos de
punta. Estar dormido, sentir una presencia y al abrir los ojos descubrir que
está al lado de mi cama mirándome fijamente, era algo que en verdad me
perturbaba... lo siento, pero a mi cuarto, el Sr. Conejo, definitivamente no va
a regresar.
¿Seguir al conejo
blanco? ¿Seguir al Sr. Conejo? muy pronto todos estaremos viviendo en Matrix.
Dicen los
psicólogos, que seguir al Conejo Blanco describe el acto de seguir a algo o a
alguien ciegamente, y cuya persecución desemboca en aventuras y
descubrimientos. Eso sin dudas es lo que pasa con el Sr. Conejo.
El Sr. Conejo,
dice.
Sepa usted
querida, que este no es el país de las maravillas, ni usted es Alicia.
Milena Saqui
acota.
¿Por qué Alicia en el País de Las Maravillas, no es de lectura obligatoria para todo el que pretenda saber algo en la vida? Yo pienso que una reflexión sobre los espejos y sobre los conejos se hace necesaria.
Albert Camus, en
la novela El Extranjero.
“Dijo que yo era raro, que me amaba por eso. Pero yo sé que un día me odiará por las mismas razones”.
Lucila Morales, informa.
El conejo aun no identificado se ha dado a la fuga seguido
por otros conejos gritando palabras como: puyas, espinas, dolor, acero,
sufrimiento... Todo era un alboroto en la frontera. Se teme un complot entre
conejos. El DNA del sospechoso o la sospechosa se está examinando para
determinar la identidad y el sexo de conejo.
Tenía tiempo que no sabía del Sr. Conejo. Pensé que se había desaparecido. No se si estaba escondido, esta penoso, camuflageado de vendedor de rábanos o estaba modesto. Peludo si estaba.
EL CONEJO/CANCION CON RONDA
(A mi querida prima Inés Zerpa Reques, quien me enseñó esa
canción, cuando éramos niños).
El Conejo no está aquí, ha salido esta mañana a las 12 ha
de venir…
¡¡Ah!! Aquí está, el Conejo, el Conejo. ¡¡Ah!! Aquí está,
el Conejo, el Conejo.
Vuelve Conejo del alma haciendo una reverencia, y sacará a
la niña preferida y sacará a la que le guste más.
Esto sucedía en el jardín, frente a la casa de nuestros
abuelos, Francisco Zerpa y Pura Malpica, en la urbanización El Viñedo de
Valencia, aproximadamente en los años 1961/62.
Todas las primas (eran más de 15) hacían un círculo,
cantando y aplaudiendo. En el centro una de ellas era "El Conejo",
bailaba, cantaba y luego escogía a una de las niñas del círculo, para que
tomara su lugar en el medio de la pista... Esto se repetía una y otra vez con
mucha felicidad. Los niños, como éramos hombres, no participábamos, pues era un
juego de niñas, solo las veíamos jugar y reíamos)
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