Por el parque de "Los Venados" voy.
Carlos Zerpa
Las nubes eran pesadas y hacían ruido al moverse.
Los árboles en el parque, no tenían hojas, eran como manos, de largos dedos, queriendo agarrar algo en el cielo.
El agua del estanque era densa, como claras de huevos.
Las ardillas caminaban por el tendido eléctrico, sobre nuestras cabezas, como si fuese la cuerda floja.
El aire estaba impregnado de un fuerte olor, a colonia, de un aroma a lavanda Yardley, y de inmediato me recordó a mi papá.
Sobre un banco de metal, color verde, alguien había dejado olvidada una cajetilla casi entera de cigarrillos Winston y a su lado un encendedor cricket.
A uno de los venados de bronce, le falta un pedazo de cornamenta, sin dudas alguien le arrancó el asta y se lo llevó como trofeo de caza.
Yo sigo mi camino y atravieso lentamente el parque, recogiendo una que otra pluma de pájaros, que consigo en el piso.
Pensando que me encantaría hacer una escultura monumental, tamaño natural, de "Moby Dick" e instalarla aquí.
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