De cómo comenzó y dejó de fumar 100 cigarrillos al dìa.
Historias contadas por el padre de Silvana.
CZ
Ya casi sin acordarse del incidente con la semilla de durazno que casi lo lleva a la tumba, él ahora recuerda que cuando ya tenía unos ocho años, que su padre lo mandaba todas las tardes a encender sus tabacos en el fuego de la chimenea, esto le arrechaba a su amada madre, pero el papá siempre decía que ese humo le ayudaba a “hacer pulmones”.
Creo que desde ese entonces comenzó a fumar, ya que le daba como cinco chupadas, cinco aspiradas a esos habanos hasta que cogían candela.
Ya de grande se fumaba unas cinco cajetillas de 20 cigarrillos rubios al día. O sea, que se fumaba unos 100 cigarrillos al día.
En eso estuvo por unos quince años. Hasta que una tarde un drástico acontecimiento le dio un verdadero vuelco a su vida.
Estaba en el banco Italo Venezolano, en la ciudad de Valencia, esperando que fuese su turno para cobrar un cheque de un millón de Bolívares, para poder con ese dinero en efectivo, pagar la nómina de empleados… Hay que entender que en ese momento un millón de Bolívares era muchísimo dinero… Esperaba su turno, pero el ticket que le habían dado decía que aún tenía por delante a ocho personas.
De pronto vio como un señor elegantísimo a su lado encendía un cigarrillo y guardaba la cajetilla en su bolsillo.
Las ansias se apoderaron de él y sintió unas ganas inmensas de fumar… Le pidió entonces a ese señor que le regalara o le vendiera un cigarrillo, uno de esos rubios… pero él le dijo secamente, que no tenía más y que el que se fumaba era el último, aunque él bien sabía y con exactitud, que sí tenía una caja en su bolsa, pues la había visto cuando se la guardaba.
Entonces salió ese viernes arrecho y desesperado del banco y se fue a una pulpería a dos cuadras de distancia, a comprar cigarros, llegó al lugar y le compró al pulpero, una caja de cigarrillos “Alas con filtro”, sacó un cigarrillo, lo encendió, aspiró profundamente, sintió como el humo llenaba sus pulmones y como la angustia desaparecía… Hecho esto, se dirigió al banco pero al llegar no pudo abrir la puerta pues encontró a la entidad cerrada.
Coño, era viernes y último de mes, se peleó con el guardia, intentó que entendiera su caso, su vicio, su adicción, su placer… pero fue inútil y sin poder hacer nada se fue maldiciendo al hotel a esperar que fuese el día lunes… Después de pasar el resto del viernes, todo el sábado y el domingo, después de una larga espera, se dirigió al banco el lunes en la mañana para ser el primero que entrara al local, pero justo ese lunes era un día feriado y el banco no abría.
Pasaba el día caminando y dando vueltas a la plaza esperando el martes…. Llegó al banco en la mañana para ser el primero que entrara al local y se dirigió raudo a la taquilla para descubrir que el cheque no tenías fondos...
¿Qué no tiene fondos? ¿Qué esta vaina no tiene fondoooooooos? Dijo indignado. Esa noticia lo hizo sentir perdido… ¿Cómo pagar la nomina de empleados de la cauchera, los sueldos, como pagarles a los contratistas?
Habló de inmediato desde el hotel con quien le había emitido el cheque y él resolvió todo, le llevó el día miércoles el dinero en efectivo, entonces el día jueves pagó todo lo que tenía que pagar y al fin pudo irse a casa el sábado.
Dos días después de su llegada, su esposa a punto de lavarle la ropa descubrió una cajetilla de cigarrillos en su camisa y al preguntarle por ella, él le dijo... “NO es mía… Esa no es mía… Yo no fumo”.
Sin darse cuenta ya tenía unos 8 días que no fumaba y desde ese entonces no fuma ni tolera el humo.
Pasados los años ha pensado que ese hombre elegante que vio en el banco, ese que no quiso regalarle un cigarrillo teniendo una caja en su bolsillo, lo que en verdad era, pues no otra cosa sino un gnomo o quizás un ángel encubierto o José Gregorio Hernández sin bigote, un siervo de Dios que le ayudó a dejar de fumar de una manera drástica.
Ahora cuando el hombre ya hecho abuelo, huele el humo de un cigarrillo lo que le da es asco, pues de solo olfatearlo le vienen unas fuertes náuseas y la saliva se le pone ácida.
3 comentarios:
Pregúntale al papá de Silvana en qué banco fue eso que agarro el carro, me voy para allá y busco al hombre para pedirle un cigarro y que me lo niegue! Seguirá vivo el pichirre?
*¿Dejar el tabaco? Facilísimo (si no fuera así, no podría haberlo dejado un
montón de veces ya): una noche decides no fumar, y desde el día siguiente ya
no fumas. Hala. La vez que más he durado sin fumar ha sido cuatro años,
ahora llevo sólo un año y medio (desde diciembre de 2005, en que me fumaba
tres paquetes diarios). Con el alcohol, igual: yo he sido un gran bebedor,
me ponía a gustito de cerveza, vino y _gin-tonics_ todos los días, pero un
mal día de resaca decides no volver a beber y ya está (desde hace unos siete
años sólo bebo agua fresquita). Por lo que ahora estoy sanísimo; eso sí, he
perdido toda capacidad creativa y he engordado como 600 kilos. Muy
provechoso lo de dejar los vicios, como se ve.
Saludos
MANACHO
Aporto mi caso, sin grandes conclusiones.
Como tan felizmente me lo señalan cada tanto, soy un crío, sin embargo
comencé a fumar cuasi feto, a los 13 años. Démosle dos años de tolerancia,
mas o menos, empecé a fumar sistemáticamente, medio paquete por día, a los
15.
A los 17 fumaba enfrente de mis padres y un paquete (20 puchos) por día. A
los 18, cuando me rompieron el corazón (y no sé que conexión tiene, pero
debe haber alguna) dejé. Estuve tres años sin fumar, y retomé hace unos
cuatro meses. Estoy fumando medio atado por día, aprox.
Pero no engordé nunca porque hago deportes, creo.
-J.
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