SENTADO CABEZA ABAJO
Carlos Zerpa
Santos me enseñó a sentarme cabeza abajo en el techo del cuarto y cuando hablo del techo, no es esa parte de la casa en donde hay tejas, sol y lluvia; no, a esa parte no me refiero… El techo del cuarto es donde está la lámpara.
Al principio y para las primeras veces utilicé una escalera, me subía hasta arriba y luego lentamente me iba pegando al techo, primero las manos y los brazos, luego la cara y el pecho al ratico, los muslos y las piernas hasta sentir que estaba todo pegado. Esto siempre con los ojos cerrados.
Al rato cuando sentía que estaba acostado sobre el techo, me iba incorporando poco a poco hasta sentarme con las piernas cruzadas como si fuese a meditar con mis manos apoyadas en mis rodillas.
Cuando abría los ojos tenía la lámpara del techo delante de mí como si fuese un plato y allá arriba (abajo) de mi cabeza estaba la cama, la mesa de noche y hasta mis zapatos, en el piso que ahora era el techo.
Para bajarme hacía a la inversa el procedimiento y al rato ya todo volvía a su normalidad.
Ahora ya no utilizo la escalera, sencillamente y pausadamente camino desde el piso hacia la pared, camino por la pared, llego al techo y me siento de una.
No es que esté cabeza abajo, no, ya no, pues al instante en que estoy sentado es como si el cuarto se invirtiera y lo que era piso se convertiría en techo y lo que era techo se convertiría en piso.
Creo que ya estoy preparado para hacerlo al aire libre.
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