Adolfo “Peyote” Patiño y la Compañía.
Carlos Zerpa.
Adolfo “Peyote” Patiño, sigue estando presente en mi mente y en mi corazón, de hecho, en este momento lo estoy recordando.
Él como “Adol-Frida”, vestido como Frida Khalo, con sus típicas cejas unidas en su frente o como “Adol-Fotografo”, tomando excelentes fotografías y con una cadena al cuello con letras en oro que decían “Adolfotografo”, o como “Tin Tan Tzara”, en sus estridentísimos Performances con “Peyote y la Compañía”, con banderas mexicanas y banderas gringas, iconos populares, milagritos de oro, dólares gringos, cruces, altares, botellas de coca cola, corazones de hojalata, cromos multicolores, barajas de la lotería popular, marcos de referencia hechos con esas reglas de madera de las que usábamos en la escuela, vírgenes de Guadalupe y con mucha desfachatez al apropiarse “Like a Ready Made” de la sopa Campell de Warhol y bautizarla como la versión de maíz, Campell de elotes a la mexicana.
Andábamos en una oportunidad, recorriendo juntos el mercado de Sonora en México DF, curioseando, viendo tantas y tantas cosas, comprando juguetes, comprando cosas curiosas y sobre todo comprando mascaras de lucha libre, mascaras de nuestros héroes infantiles, del Santo el Enmascarado de Plata, de Rayo de Jalisco, del Tigrito del Ring, de Blue Demon.
Adolfo se compró una bellísima y multicolor mascara del Mil Mascaras, de ese luchador que se estrenaba una para cada combate.
Yo me compré una de mi héroe infantil, del gran Huracán Ramírez, era azul cobalto de tela brillante, muy brillante y con los dibujos, con las grecas en plateado y blanco.
No pudimos en verdad resistir la tentación y nos las pusimos, pero de verdad trenzadas a la nuca, como todo un par de luchadores reales y ya no nos las quitamos más… y así seguimos recorriendo el mercado luciendo nuestras máscaras puestas. La gente entonces se acerco a nosotros para vernos de cerca… Bueno NO se acercó a nosotros, se acercó al gran Huracán Ramírez y al gran Mil Mascaras y les pedían a ellos su autógrafo.
Meses antes de la muerte del Patiño, nos tomamos juntos unas tequilas 100 % agave en el DF, me llevó a conocer su apartamento lleno, saturado de archivos y objetos maravillosos, revistas, notas de prensa, ensamblajes, objetos que eran restos de Performances, ahí estaban las fotos que siempre me tomaba, porque el Adolfo estaba siempre en primera fila presenciando mis primeros y últimos Performances, así como en mis charlas en México, tomándome fotografías y compartiendo conmigo, con alegría de cómplice.
A comienzos de los años 80s vivimos juntos la experiencia de estar participando del movimiento fuerte de arte y vida, conviviendo en la ciudad de Nueva York y de vivir en carne propia lo que estaba pasando… Arte objetos, instalaciones, ensamblajes, proyectos para radio novelas, correrías nocturnas, calles, galerías de arte, ventas en los mercados de pulgas, conciertos de rock en el Ritz o de salsa en el Village Gate, los Fantasmas de Willy Colón, muestras de nuestra obra en exposiciones, proyectos en común, muchos bares, las galerías del Soho, el MOMA, el Gugenhaim, comida china en China Town, pizzas en Ray`s Pizza, presentaciones en la iglesia discoteca Lime Light, en el Lucky Strike o en el Ritz. Años de afianzar la amistad y convertirla en una verdadera hermandad, con muy poco dinero, grandes tertulias, vino Californiano, ron Puertorriqueño y vodka Absolut a falta de Tequila.
Admirador absoluto de Marcel Duchamp, de Frida Kahlo, de Armando Reverón, de Henri Matisse, de los dadaístas, de los Estridentistas y los Mexicanistas de la época de oro del muralismo y ''Adorador del trabajo de David Alfaro Siqueiros… Pero por sobre todo de Andy Warhol.
Dice Patiño: Lo que hago en arte se llama “Trans- fusion”, un poco entre el trans del transvanguardismo y fusión de todas las corrientes, pero también con la idea de una transfusión de sangre constante y nueva.
Estoy convencido que un hombre dice lo que piensa, mientras que un poeta dice lo que siente. Estoy en el segundo rango, mucho más cerca de la poesía que de la cotidianidad.
Patiño decía, Estoy abriendo el umbral del renacimiento, aquí la mitad de las personas te quieren, mientras que la otra te odia, como dice Raquel Tibol, en el sentido de hacerse de un enemigo diario, creo que me he echo, no de uno, sino de 10 diarios. ''Lo curioso es que la envidia y la enemistad se dan simplemente porque he tenido la posibilidad de desarrollar mis ideas con mucha libertad''.Tengo enemigos porque soy un artista extraordinario y tengo el reconocimiento de todos los historiadores del arte, ya que en casi en todos los libros de arte contemporáneo aparece Adolfo Patiño.
Carlos Zerpa.
Adolfo “Peyote” Patiño, sigue estando presente en mi mente y en mi corazón, de hecho, en este momento lo estoy recordando.
Él como “Adol-Frida”, vestido como Frida Khalo, con sus típicas cejas unidas en su frente o como “Adol-Fotografo”, tomando excelentes fotografías y con una cadena al cuello con letras en oro que decían “Adolfotografo”, o como “Tin Tan Tzara”, en sus estridentísimos Performances con “Peyote y la Compañía”, con banderas mexicanas y banderas gringas, iconos populares, milagritos de oro, dólares gringos, cruces, altares, botellas de coca cola, corazones de hojalata, cromos multicolores, barajas de la lotería popular, marcos de referencia hechos con esas reglas de madera de las que usábamos en la escuela, vírgenes de Guadalupe y con mucha desfachatez al apropiarse “Like a Ready Made” de la sopa Campell de Warhol y bautizarla como la versión de maíz, Campell de elotes a la mexicana.
Andábamos en una oportunidad, recorriendo juntos el mercado de Sonora en México DF, curioseando, viendo tantas y tantas cosas, comprando juguetes, comprando cosas curiosas y sobre todo comprando mascaras de lucha libre, mascaras de nuestros héroes infantiles, del Santo el Enmascarado de Plata, de Rayo de Jalisco, del Tigrito del Ring, de Blue Demon.
Adolfo se compró una bellísima y multicolor mascara del Mil Mascaras, de ese luchador que se estrenaba una para cada combate.
Yo me compré una de mi héroe infantil, del gran Huracán Ramírez, era azul cobalto de tela brillante, muy brillante y con los dibujos, con las grecas en plateado y blanco.
No pudimos en verdad resistir la tentación y nos las pusimos, pero de verdad trenzadas a la nuca, como todo un par de luchadores reales y ya no nos las quitamos más… y así seguimos recorriendo el mercado luciendo nuestras máscaras puestas. La gente entonces se acerco a nosotros para vernos de cerca… Bueno NO se acercó a nosotros, se acercó al gran Huracán Ramírez y al gran Mil Mascaras y les pedían a ellos su autógrafo.
Meses antes de la muerte del Patiño, nos tomamos juntos unas tequilas 100 % agave en el DF, me llevó a conocer su apartamento lleno, saturado de archivos y objetos maravillosos, revistas, notas de prensa, ensamblajes, objetos que eran restos de Performances, ahí estaban las fotos que siempre me tomaba, porque el Adolfo estaba siempre en primera fila presenciando mis primeros y últimos Performances, así como en mis charlas en México, tomándome fotografías y compartiendo conmigo, con alegría de cómplice.
A comienzos de los años 80s vivimos juntos la experiencia de estar participando del movimiento fuerte de arte y vida, conviviendo en la ciudad de Nueva York y de vivir en carne propia lo que estaba pasando… Arte objetos, instalaciones, ensamblajes, proyectos para radio novelas, correrías nocturnas, calles, galerías de arte, ventas en los mercados de pulgas, conciertos de rock en el Ritz o de salsa en el Village Gate, los Fantasmas de Willy Colón, muestras de nuestra obra en exposiciones, proyectos en común, muchos bares, las galerías del Soho, el MOMA, el Gugenhaim, comida china en China Town, pizzas en Ray`s Pizza, presentaciones en la iglesia discoteca Lime Light, en el Lucky Strike o en el Ritz. Años de afianzar la amistad y convertirla en una verdadera hermandad, con muy poco dinero, grandes tertulias, vino Californiano, ron Puertorriqueño y vodka Absolut a falta de Tequila.
Admirador absoluto de Marcel Duchamp, de Frida Kahlo, de Armando Reverón, de Henri Matisse, de los dadaístas, de los Estridentistas y los Mexicanistas de la época de oro del muralismo y ''Adorador del trabajo de David Alfaro Siqueiros… Pero por sobre todo de Andy Warhol.
Dice Patiño: Lo que hago en arte se llama “Trans- fusion”, un poco entre el trans del transvanguardismo y fusión de todas las corrientes, pero también con la idea de una transfusión de sangre constante y nueva.
Estoy convencido que un hombre dice lo que piensa, mientras que un poeta dice lo que siente. Estoy en el segundo rango, mucho más cerca de la poesía que de la cotidianidad.
Patiño decía, Estoy abriendo el umbral del renacimiento, aquí la mitad de las personas te quieren, mientras que la otra te odia, como dice Raquel Tibol, en el sentido de hacerse de un enemigo diario, creo que me he echo, no de uno, sino de 10 diarios. ''Lo curioso es que la envidia y la enemistad se dan simplemente porque he tenido la posibilidad de desarrollar mis ideas con mucha libertad''.Tengo enemigos porque soy un artista extraordinario y tengo el reconocimiento de todos los historiadores del arte, ya que en casi en todos los libros de arte contemporáneo aparece Adolfo Patiño.
El Martes 30 de agosto del año 2005, falleció mi hermano el Performancista, Adolfo “Peyote” Patiño, uno de los grandes artistas que ha parido México, uno de los más osados artistas de Latinoamérica… y de verdad siento mucho su muerte, no he sido educado para aceptar que la gente que quiero o que son mis cómplices se mueran… Dicen que el Patiño se cayó de una altura de más de once metros y murió de esa caída… a los 51 años de edad, a tan solo medio cupón, realizó este su último Performance. Su hermano Armando Cristeto nos cuenta que al parecer a se le olvidaron las llaves de su departamento. “Cuando eso pasaba, tenía la costumbre de subir a la azotea del edificio de cuatro pisos, de donde se descolgaba hacia la ventana de su casa y con una patada, la abría y entraba, Adolfo era ágil, ya lo había hecho muchas veces y siempre lo comentaba como una hazaña, que podía como Spiderman subir a la azotea cuando se le olvidaban las llaves, empujar la ventana y ya estaba en el departamento. Era una de esas mañas urbanas que él de repente desarrolló”.
Recuerdo que en 1981 Adolfo Patiño me nombrara como miembro honorario de su grupo “Peyote y la compañía” esto se daba por la empatìa y por las similitudes que como propuestas en el arte manejábamos, membresía que se hace efectiva en 1982 con el regreso mío a México… Se que con este gesto sellábamos un pacto de hermandad, un pacto mucho más fuerte que una simple alianza de sangre.
¿Adonde está el Adolfo en estos momentos? ¿Fue este su último Performance íntimo, “Acción para la media noche y en completa soledad”? ¿Siguió la luz al final del túnel? ¿Vive en esa ciudad que él llamaba Mexiyork?
Para el Patiño el Performance era una manifestación egocéntrica, íntima, personalísima, era una necesidad de manifestarse ante un grupo de creyentes, de oficiar su credo, de alzar la voz o el cuerpo, con energía, con pasión, porque en esto creía el amigo, porque con esto vivía… Decía el Adolfo ¿Es Arte o no es Arte? el Patiño estaba convencido de que era Performance.
2 comentarios:
ADOLFO PATIÑO, UNA NOCHE DE IMAGENES
La imagen de Adolfo Patiño, fotógrafo mexicano, me remite a fines del siglo pasado. Por entonces tenía una galeria de arte, La Agencia, en la Colonia Roma. Fui a verlo y compré una Camiseta de Frida Kahlo, que conservo todavía.
Fue en el simposio "Reflexión de la Imagen" (1991), donde acudí invitado por Alejandro Castellanos para hablar de los Hermanos Mayo, cuando volví a ver a Adolfo Patiño. Creo que entonces era pareja de Laura Anderson. Lo recuerdo ingenioso, alegre, activo. ¿Un artista-fotógrafo o un fotógrafo-artista?. Me pareció alguien con criterio propio.
Unos años más tarde, Elisabeth Ferrer ponía en marcha el proyecto A Shadow Born of Heart. New Photograph in Mexico, 1995, con una portada de Adolfo Patiño. Un retrato de Adolfo y Armando, unidos, por un corazón. Un collage en toda regla. Patiño volvía la mirada a las vanguardias europeas. ¿Un guiño al "dadaismo"?. Un soporte artístico -- el de su obra de entonces -- más allá de la foto en blanco y negro mexicana-indigenista o la foto a color de los modernos-americanizados de entonces. En terminos pictóricos la obra de aquella época tenía "buena cocina". La serie "Elementos para la navegación" (1991-92) es un trabajo autobiográfico. La foto como documento, introspección, retrato de familia. Pero también la obra fotografica como campo de experimentación, aplicación de nuevas técnicas y renovación de los lenguajes.
Lo decía Elisabeth Ferrer: "su práctica de la fotografía se convierte en una forma de ejercicio espiritual, una manera de definir los valores y el lugar de uno en el mundo".
Esa reflexión del "lugar de uno en el mundo" parece que preocupaba al artista al cumplir el primer medio siglo de vida. Así parecía desprenderse de unas declaraciones en el diario La Jornada: "Estoy entrando al umbral del renacimiento, estoy naciendo en un momento de decadencia mundial, digamos, porque el arte ya no tiene mucho de sentido filosófico, sino que se ha vuelto un producto comercial, sobre todo sin identidad con esto de la globalización".
Siento que, al perder el equilibrio, nocturno, en la terraza de su propia morada, no pueda gozar del Sistema Nacional de Creadores; del privilegio de ser honoris causa de la Unam o ver su retrospectiva en el Museo Carrillo Gil.
A menudo, la moral de los creadores independientes se ajusta mal al corsé académico de las instituciones.
Volví a encontrar a Adolfo Patiño en la fiesta nocturna del decimo aniversario del Centro de la Imagen. Una noche alegre, ruidosa, multitudinaria en la que la alta y la baja cultura de la fotografía mexicana compartían copas en el mismo patio. Noche inolvidable y generosa de flashes, bailes y líbido por doquier. Noche inolvidable de fotógrafos-señoritos celebrabando sus éxitos y de fotógrafos-reporteros vendiendo copias firmadas de sus fotos, a bajo precio, para pagarse el taxi de regreso a casa.
He acudido a mi biblioteca mexicana para ver si tenía un catálogo suyo, aparecía en la colección Rio de Luz o siquiera una carpetita de Litográfica Turmex y no lo he encontrado en el templo de los consagrados. A lo mejor le compró una obra un coleccionista norteamericano, está en la fototeca de Alvarez Bravo o hay obra suya en el Centro de la imagen. Fugitiva eternidad.
Habrá que revisar, con ojo atento, el aporte artístico de este indomable creador de imágenes, que se fue, sin previo aviso -- la catrina no avisa, te lleva -- cuando entraba en la mejor etapa de la vida: obra madura, ideas claras y ganas de vivir.
En este guión, olvidamos que el porvenir es como una página en blanco que rubrica el azar pletórico de luces y sombras.
Ahora, a los curadores de arte, aunque sean mexicanos, les toca ser generosos con la obra de Adolfo Patiño.
Manuel García
Crítico de arte.
Carlos, que buena esa frase contundente de Trans-Fusión de sangre constante y nueva..el tipo de inyectaba creatividad.que bellos recuerdos tienes de tu amigo Peyote, que hermoso texto póstumo le escribes al trepador de paredes.
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