Carlos Zerpa: “Me interesa la curiosidad del ser humano”
Por, Eloi Yague
El artista conceptual venezolano Carlos Zerpa, uno de los
principales protagonistas de la escena visual latinoamericana desde finales de
los años setenta, cumple un exaustivo periplo mexicano para mostrar un trabajo
en homenaje a la lucha libre y al pop art.
Eloi Yagüe Jarque / Escritor y periodista cultural
Un día de 1981 pasaba por la plaza Bolívar de Caracas cuando
vi a un hombre vestido de negro, con la cara blanca, unos lentes oscuros y una
katana en las manos. Pensé que alguien se estaba haciendo un harakiri en
público pero no: Era Carlos Zerpa en su “Ceremonia con armas blancas”, parte de
un evento llamado Acciones frente a la plaza.
Era el auge del llamado arte no convencional, conceptual o
performático y Zerpa fue uno de los iniciadores de esta corriente en Venezuela
con sus actuaciones, así como con sus ensamblajes, instalaciones,
intervenciones, eventos y obras efímeras.
Ya para entonces María Elena Ramos, quien sería directora
del Museo de Bellas Artes de Caracas, señalaba: «El apoyo iconográfico que este
autor encuentra de modo natural en los mitos de la cultura de masas le
proporciona una rica base objetualista para exhibirse como uno de los
investigadores más polifacéticos, transgresores e inventivos del arte
venezolano».
Zerpa nació en Valencia, Venezuela, el 31 de julio de 1950.
Estudió Diseño Visual con Bruno Munari en la Scuola Politecnica de Milán,
Técnicas Gráficas en The Arts Students League de Nueva York y Diseño Artesanal
en el IDEC– OEA en Bogotá. En 1993 participó en la colectiva de artistas
latinoamericanos del siglo xx en el Museo de Arte Moderno de Nueva York. Forma
parte de la Comunidad Iberoamericana de Frank Zappa.
Sus obras figuran en el Bronx Museum, en Nueva York; el
Museo de Las Américas, en Washington; el Museo de Arte Moderno de San Diego,
California; el Museo de Arte Contemporáneo de Cali; el Museo de Arte Moderno de
Bogotá; el Museo de Arte Carrillo Gil; el Museo de Arte Moderno de Monterrey;
la Galería de Arte Nacional y el Museo de Bellas Artes en Caracas, Venezuela así
como en colecciones privadas.
Del Altar de la Patria a Metiendo mano
Comenzó su trabajo bajo la influencia de Mario Abreu,
pionero del ready-made y del arte conceptual en Venezuela, conocido por sus
pinturas y ensamblajes surrealistas. Al principio se interesó en la iconografía
venezolana representada en el video–performance “En el Altar de la Patria”, con
figuras de santos y héroes como Jesucristo, Simón Bolívar, José Gregorio
Hernández, Guaicaipuro, el negro Miguel y María Lionza.
Asimismo dejó ver muy pronto su admiración por el rock y por
artistas pop como Andy Warhol, Frank Zappa, Adolfo Patiño, entre muchos otros,
pero también por Goya, Rembrandt, Matisse. Zerpa pintó y dibujó, hizo
ensamblajes y collages utilizando todo tipo de materiales y soportes, a veces
reciclándolos y otras sacándolos del contexto de la vida cotidiana,
resemantizándolos.
La fuente de inspiración podía ser la música pop –no solo el
rock sino también el bolero–, la televisión, la lucha libre, el boxeo, las
procesiones religiosas, los rituales colectivos, la magia y la religión en una
suerte de fusión barroca, como barroca –en el sentido de abigarrada y kitsch–
es la realidad caribeña.
El crítico y curador mexicano Santiago Espinosa de los
Monteros destaca la pureza del color en la obra de Zerpa: “Huyendo del
virtuosismo pictórico, ha preferido la frontalidad de los personajes
seleccionados a los que suele acompañar de una iconografía que va desde los
elementos de la baraja española hasta los códigos de las artes marciales orientales,
pasando por las calaveras, luchadores, personajes del arte o la farándula y,
por supuesto, decenas de referencias al esoterismo”.
El periplo mexicano de Zerpa comenzó con la exposición
“Metiendo Mano”, conformada por pinturas que fueron realizadas en su mayoría
durante la segunda mitad de la década de los años noventa en su tierra natal,
Venezuela. A esta selección se han unido trabajos de factura reciente
producidos en México desde su llegada a ese país en marzo de 2019.
“Metiendo mano” es, a la vez, el título de un disco de Ruben
Blades y Willie Colón de 1977. Esta exposición se mostró previamente en La
Galería Metropolitana de la UNAM en CDMX y está previsto que llegue, ampliada,
al Museo de Arte Contemporáneo de Oaxaca. Mientras tanto, este 8 de mayo de
2021 Zerpa inaugura en la galería Liliput, de Puebla, la exposición “Historias
de Doble Luna”, que consta de acrílicos sobre papel Fabriano y ensamblajes.
El señor Conejo y Mister Cholula
Para Zerpa, lo importante del arte es que sea capaz de
despertar la curiosidad innata del público. “Los antiguos textos nos narran
historias acerca de la caja de Pandora o el fruto del árbol del bien y del mal
con Adán y Eva. En ambos casos la curiosidad convierte a los individuos en
seres atrevidos y dispuestos a todo con tal de conocer algo oculto, aunque esto
represente un riesgo”.
Un día, cuando iba pasando por el bulevar de Sabana Grande
en Caracas, vio en una tienda de magia un conejo gigante (mide dos metros) que
enseguida lo cautivó por la “buena energía” que desprendía. Quiso comprarlo al
dueño de la tienda, el mago Henry, el más famoso ilusionista venezolano, y
desde entonces el Señor Conejo acompaña a Zerpa como un personaje y como un
proceso creativo en sí mismo.
Ahora lleva pantalones de muay thai (boxeo tailandés),
guantes de 8 libras y un cinturón de campeón mundial de boxeo con fotos de
Danny Trejo, el famoso actor de origen mexicano que creó el personaje de
Machete. En su honor machetes enjoyados figuran en la muestra.
–¿Qué representa Mr. Cholula?
–Cuando vine por primera vez a esta ciudad, vi en una
alfarería, una calavera gigantesca y me di cuenta de que ella quería venirse
conmigo. Varios meses después, la compré y la intervine artísticamente,
convirtiéndola en una cabeza de luchador a quien llamé Mr. Cholula. Ahora es un
guerrero y una especie de ángel de la guarda. Me gusta trabajar con la cabeza
del ser humano. La cabeza aloja el cerebro, el pensamiento.
–¿De dónde viene esa afición tuya por la lucha libre?
–Cuando tenía diez u once años de edad veía la lucha libre
(catch as catch can) en la televisión, tenía que hacerlo a escondidas porque
mis padres me lo prohibían por lo fuerte y ruda que era. Fue la época de oro de
la lucha, y esta lucha era real, con arte y con maña, la lucha libre era de verdad
– verdad.
Zerpa admiraba a esos gladiadores, “todos ellos estupendos
atletas, excelentes acróbatas y magníficos actores; ellos eran mis héroes. Era
un placer para mí, a los 10 años, dibujarlos cuidadosamente, colorearlos con
mis creyones Prismacolor y luego recortarlos y formar muñequitos de papel para
jugar con ellos durante horas”.
Posteriormente, su familia se mudó a una casa frente a la
plaza de toros donde se escenificaban peleas. y donde pudo ver por primera vez
en vivo la lucha libre, ya que en esta plaza de toros instalaban un
cuadrilátero (ring) para el boxeo y la lucha.
–¿Qué lugar tiene la iconografía de los luchadores en la
cultura popular?
–En México es el pan diario, aquí está muy viva, la Lucha
Libre, existe. En Venezuela es un buen recuerdo para los abuelos, sin embargo,
hay un grupo de luchadores muy jóvenes que intentan con fuerza revivirla. Antes
de salir de mi país publiqué el libro “Y en esta esquina…El Dragón Chino”, en
homenaje a los luchadores venezolanos.
–¿Cómo se refleja en tu obra tu vínculo con las artes
marciales?
–Desde 1968 hasta el sol de hoy, he estado practicando Artes
Marciales. He hecho muchas obras plásticas y performances relacionados con
ellas y hasta escribí un libro de esa unión: Kick Boxer, editado por la Sala Mendoza.
Mis maestros han sido el Sensei Eugen Ossott, en Karate Do Shotokan y
Kickboxing, y el Sifu Daniel Medvedov en Artes Marciales Chinas.
–¿Cómo vives la experiencia artística tras haber dejado tu
país?
–He vivido muchas veces fuera de Venezuela y siempre he
regresado. En este monento tengo muchos proyectos expositivos aquí en México,
en galerías y museos. La pandemia retrasó muchos de ellos y recién comienzan de
nuevo a reactivarse. Me gustaría regresar a Venezuela en democracia, este es un
sueño que quisiera se me hiciera realidad.
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