Museo de Arte Moderno Juan Astorga Anta
Mérida Venezuela
El arte de las acciones y el performismo en los 80
La performance, también conocida como arte corporal o arte
de acciones, fue una de las modalidades que aportó el pluralismo de la época.
Representó una búsqueda inscrita en lo conceptual, en el marco de la crítica
que se hacía al sistema de valores, cuando no fue vista como una salida al
cansancio de los géneros tradicionales, si bien no condujo, al cabo, más que a
su propio agotamiento. Esta expresión constituyó una versión tropicalizada del
Body Art, que derivó del Happening neoyorquino y de las ambientaciones del Pop
Art; alcanzó gran difusión en Europa y, por supuesto, también en Iberoamérica,
en los países más sensibles a las influencias internacionales, Venezuela en
primer lugar. En nuestro país el arte corporal, cuya paternidad local se ha
atribuido a Rolando Peña, tuvo un antecedente prehistórico en los rituales de
Armando Reverón, pero se encontró con que estuvo lejos de lograr la elocuencia
y la intensidad que desplegó en sus acciones nuestro gran paisajista. Tal arte
floreció en los primeros años de la década a través de la programación que le
consagró Fundarte en la Sala de la Gobernación de Caracas, así como en
distintos museos. Incluido en las secciones de arte convencional que se
abrieron en los salones, el arte corporal no genera obras de arte en un sentido
objetivo o material, sino que consiste en una escenificación temporal cuyo
protagonista suele ser el autor mismo en trance de ejecutar una obra en vivo
que radica en su fluir mismo; de ella sólo nos quedan los testimonios
audiovisuales recogidos en el momento de la representación; sus motivaciones
son extremadamente variadas y muy libres, conforme a lo que cada autor
proponga, y su éxito siempre dependió del desempeño actoral o histriónico de
los protagonistas de la acción. El más destacado de los performistas
venezolanos fue Marco Antonio Ettedgui, autor y actor fallecido a corta edad
mientras actuaba en una obra de teatro. Otros entre sus promotores fueron Pedro
Terán, Rolando Peña, Diego Barboza, Jeni y Nan, Diego Rísquez, Juan Loyola, Antonieta
Sosa y, quizás el más talentoso de este grupo, Carlos Zerpa.
¿Y en qué medida la ficción y el recurso a los mitos
salvajes y al sarcasmo, conforme a un dictado irreverente que se materializa
por igual en relieves, esculturas y acciones que en pinturas sobre mitos
antiguos y contemporáneos, no se hace presente en un idioma desenfadadamente
narcisista, balbuciente y autobiográfico a todo extremo como el de Carlos
Zerpa?
A la hora de establecer analogías con lo sagrado y
religioso, la nueva pintura ofrece complejas realidades. Lo sagrado como
estética retomada de las magias, de los cultos populares, del catolicismo o de
las supersticiones, inserta su discurso en contextos simbólicos, en
iconografías alegóricas, introduce nuevos códigos de lectura y propone un
extenso y discutido capítulo de nuestra posmodernidad. De éste no están
excluidos, en calidad de precursores, Mario Abreu, Quintana Castillo, Miguel
Von Dangel y acaso también Gabriel Morera y Carlos Zerpa.
El espacio del arte corporal terminó restringido a los
eventos programados por los salones de arte y sus resultados fueron a la larga
poco afortunados en el sentido de no haber trazado una huella que pudiera
procurarles los marcos de una sólida tradición.
En la foto
Carlos Zerpa
He aquí tribulación, oscuridad y angustia.
Materiales diversos
74 x 74 x 112 cm
1975
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