Seis historias en la calle frente a mi casa.
Carlos Zerpa
1
En la esquina del mercado popular de la colonia Libertador,
está una mujer joven que al pasar les dice a los visitantes “Vendo Alegría”, yo
me le quedo viendo y me ofrece “Alegría” con una gran sonrisa, ¿me compra una
alegría? Luego me entero que “Alegría” es un dulce tradicional mexicano, hecho
de semillas de amaranto tostadas, mezcladas con miel de piloncillo, nueces,
pasas y cacahuates. Ella me dice que también tiene “Alegría” en forma de
calaveritas. Yo también me sonrío. ¿Sabías que, en México, la alegría se puede
comer?
2
El señor que barre la calle, recopila y separa en bolsas
muchos materiales que se pueden reciclar y que de seguro vende. En cada bolsa y
por separado pone las botellas de vidrio, en otra las botellas de plástico y en
otra las latas de refrescos. Su carrito ambulante parece el de un “Ekeko
peruano”. Lo curioso es que lleva un zapato deportivo de tela, de color rojo en
su pie izquierdo y uno de color café en su pie derecho, se que no se trata de
daltonismo y que la razón es otra, iba a tomarle una foto a sus zapatos, pero
no lo hice por respeto.
3
Delante de mí, viene un hombre con una camisa a cuadros
color amarillo, viene con los dedos de su mano derecha, metidos en el bolsillo
del pecho, del lado izquierdo, encima de su corazón… Le ofrece algo a la venta
a otro señor que va delante de mí, pasa a su lado y le dice ¿Tachas? y al pasar justo a mi derecha me ofrece ¿Tachas?
Yo me sonrío, me hago el pendejo y sigo mi camino.
4
En el puesto del mercado hay unos esposos que venden pollos,
ellos siempre están sonriendo y se miran a los ojos enamorados como si
estuviesen de novios o fuesen recién casados. Cuando paso por ahí, siempre
están hablando agarrados de las manos, sonriendo y felices. Es raro este
comportamiento en una ciudad llena de gente amargada. Pensé que quizás fuese
porque estuvieran infectados de Salmonella, a causa de la manipulación de la
carne de los pollos. Pero los síntomas de la Salmonella, no son de euforia y
felicidad, si no, más bien, fiebre, diarrea, dolor abdominal, náuseas y
vómitos. ¿Será entonces que esa pareja, en verdad se aman? ¿Será que andan en
marihuana todos los días?
5
Una señora tiene un puesto a las afueras del mercado,
pertenece a una etnia que no identifico, quizás sea zapoteca y vende cosas que
para un extranjero son en verdad excentricidades, pero para los mexicanos, son
parte de su cultura. Ella vende flores de calabaza, flores de cempasúchil, (la flor
de veinte pétalos), grillos secos, (los famosos chapulines), gusanos de maguey,
tunas, jícamas, pitahayas y nopales sin espinas… La señora está quemando “copal”
en un sahumador, que produce un humo aromático y muy denso, el cual usa para
limpiar energéticamente su espacio y yo de pronto me siento en la gran
Tenochtitlan.
6
A lo lejos escucho a alguien que toca una trompeta y
reproduce perfectamente, con su sonido algunas canciones que puedo identificar
como; My Way, Las Mañanitas, El Rey, Mambo N.º 5, Volare y Motivos. Por cierto,
esa canción que habla de una rosa pintada de azul, muchos piensan que fue
compuesta por el mexicano, Vicente Fernández, aunque la realidad es que la
canción “Motivos” es del venezolano de Ítalo Pizzolante.
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